En el Concurso Internacional de Piano FryderykChopin 2015, el primer premio y el premio dela Polonesa fueron otorgados al joven pianistacoreano Cho Seong-jin. La “fiebre Cho Seongjin”ha motivado a la gente a ver de formamás seria y profunda la industria de la músicaclásica de Corea.
“Sorprendentemente, no estaba nervioso en el ensayo final. Mismanos tocaban a su antojo, mientras yo disfrutaba de la música queestaba interpretando”. Cho Seong-jin, entrevistado tras ganar elconcurso.
Un día de otoño del año pasado, la imagen de un chico jovenaparecía en mi biografía de Facebook continuamente. Misamigos de esta red social, en su mayoría aficionados a lamúsica o relacionados con la industria de la cultura, le dedicabannumerosas alabanzas. En seguida la cara de este joven acaparabala página principal del mayor portal online de Corea. Por lo general,esto suele suceder con una celebridad o una estrella del deporte,pero esta vez fue un caso muy inusual para el país, ya que todas lasmiradas se enfocaban en un pianista.
El 21 de octubre del año pasado se anunció el ganador del XVIIConcurso Internacional de Piano Fryderyk Chopin. El mundo vionacer a una nueva estrella cinco años después de que la ganadorade 2010, Yulianna Avdeeva de Rusia, tomara el relevo de RafalBlechacz de Polonia, galardonado en 2005. El primer premio fuepara Cho Seong-jin, que con ello se convirtió en el primer coreanoen ganar la competición. A la noticia siguió inmediatamente unanuncio de la agencia de promoción de la música clásica, Credia,que comunicó que el concierto de gala del Concurso Internacionalde Piano Fryderyk Chopin con Cho y otros premiados se llevaría acabo en el Centro de Artes de Seúl el 2 de febrero de 2016. Cuandose abrieron las taquillas online para la venta de entradas el 29de octubre del año pasado, el servidor del sistema de reservas dela agencia llegó a caer en un determinado momento, algo insólitopara un concierto de música clásica. En solo una hora se colgó elcartel de no hay billetes.
La historia de éxito del Concurso de Chopin
Entre las competiciones más importantes de música clásica seincluyen el Concurso Internacional de Piano Chopin, el Concurso deMúsica Tchaikovsky de Moscú y el Concurso Reina Isabel de Bélgica.El hecho de que estos eventos estén dedicados de forma mayoritariao exclusiva a los pianistas indica que éstos representan lamayor parte de la población de intérpretes de la música clásica. ElConcurso Chopin es una competencia dedicada por completo a lasobras de un solo compositor. Es irónico que, aún con todas sus restricciones,haya impulsado a la mayoría de las estrellas y tambiéngenerado la mayor parte de los escándalos.
El Concurso de Piano Chopin se remonta a 89 años atrás. Varsoviay toda Polonia fueron golpeadas trágicamente por el estallido dela Primera Guerra Mundial y para curar sus heridas físicas y mentaleslos polacos recurrieron a los deportes en lugar de a la música.Jerzy Żurawlew, profesor en el Conservatorio de Varsovia y especialistaen Chopin, estaba profundamente preocupado ante la posibilidadde que Polonia pudiera perder su fama como potencia cultural.Después de mucho pensar, se le ocurrió una solución: celebrarunos Juegos Olímpicos musicales o, en otras palabras, un concursopara llevar de nuevo al pueblo polaco a las salas de conciertos.
El primer Concurso Chopin se celebró el 23 de enero de 1927en la Filarmónica de Varsovia. Los concursantes solo podían interpretarobras de Chopin, una norma que se ha mantenido hasta laactualidad. El primer ganador fue Lev Oborin de Rusia. La segunday tercera competiciones se llevaron a cabo en 1932 y 1937 respectivamente,pero en plena confusión por la II Guerra Mundial el eventose suspendió durante un tiempo. En 1949, ya después de la guerra,la competición se reanudó con motivo del centenario de la muertede Chopin. La cuarta edición del evento dio lugar a la primera ganadorade Polonia, Halina Czerny-Stefanska, que compartió los honorescon Bella Davidovich.
El pianista Cho Seong-jin, ganador oficial, juntoa los otros premiados, durante la entrega depremios del 17º Concurso Internacional dePiano Federico Chopin, celebrado en la sala deconciertos de la Filarmónica de Varsovia, en Polonia.A su izquierda, el ganador de la medallade plata, Charles Richard-Hamelin de Canadá y,a su derecha el bronce, Kate Liu, de EE.UU.
Desde 1955 el Concurso Chopin se celebra cada cinco años y en1960 apareció su primera “gran estrella”, nada menos que MaurizioPollini. En 1965, los honores fueron a parar a Martha Argerich. Aésta le sucedió en 1970 Garrick Ohlsson, el primer estadounidense en ganar el primer premio, y luego en 1975 fue el turno del pianistapolaco Krystian Zimerman. Argerich volvió a ganarse al públicode Varsovia en el X Concurso Chopin que tuvo lugar en 1980. CuandoIvo Pogorelich no pudo llegar a la final a pesar de su actuación“de genio” renunció al jurado como protesta. Sin embargo, no esnecesario recordar que el ganador de la competición de 1980, DangThai Son, ha sido siempre considerado un especialista en Chopin.Después de que Stanislav Bunin ganara el concurso de 1985, sinembargo, el premio no se otorgó de nuevo hasta el año 2000.
En el siglo XXI nació un nuevo genio. El chino Li Yundi saltó a lafama en el año 2000 al ser el primer artista en recibir el premio en15 años y también el ganador más joven hasta la fecha.
La XV competición,en 2005, también pasó a la historia. Treinta años despuésde la victoria de Zimerman en 1975 otro pianista polaco se alzó conel primer premio, lo que fue una noticia celebrada en toda Polonia.Además, la competición no dejó un segundo ni quinto premio ycuatro asiáticos compartieron los galardones tercero y cuarto: Loshermanos coreanos Lim Dong-Min y Lim Dong-Hyek alcanzaron eltercer lugar y los japoneses Shohei Sekimoto y Takashi Yamamotoocuparon la cuarta plaza.
Cho Seong-jin saluda a la audiencia tras su actuaciónen el Concurso Internacional de PianoFederico Chopin, en la sala de conciertos de laFilarmónica de Varsovia en Polonia.
Un sueño mayor que ganar el concurso
Regresamos de nuevo con Cho Seong-jin, cuyo nombre ocupólos titulares en Corea el pasado otoño. Nacido en 1994, se graduóen el Instituto de Yewon y la Escuela de Arte de Seúl en Corea ydesde 2012 ha sido estudiante de Michel Beroff en el Conservatoriode París. Alcanzó la fama internacional en 2008 cuando ganó elprimer premio en el Concurso Internacional Chopin para pianistasjóvenes y en 2009 destacó al convertirse en el ganador más jovendel Concurso de Piano de Hamamatsu en Japón. Continuó destacandoal alzarse con el tercer premio en el Concurso InternacionalTchaikovsky en Rusia en 2011 y también en la competición ArthurRubinstein de Tel Aviv en 2014.Fue en diciembre de 2008 cuando conocí por primera vez a Cho.
Había regresado a Corea después de ganar el Concurso Chopinpara Jóvenes Pianistas en Moscú. El entonces estudiante, vestidocon el uniforme del Instituto Yewon, entró con bastante torpezaen el estudio para una sesión fotográfica. Su cara era redonday rolliza, pero recuerdo que sus ojos eran brillantes y parecían llenosde curiosidad, hasta el punto de asemejarse al hielo. Me contóuna historia sobre la primera competición en la que participó enCorea, cuando cursaba segundo grado. Al observar cómo tocabanlos demás aspirantes, se sorprendió y pensó: “Vaya, todo el mundotoca así. Yo creía que solo los auténticos pianistas llegaban a esenivel”. En cuanto a su victoria en la Competencia Chopin para JóvenesPianistas, comentó: “Los participantes que conocí en Rusiaestaban muy seguros de su música y jugaban en casa. Comparadocon ellos me sentí pequeño. Estaba segurode que me enfrentaría a un montón debarreras y limitaciones al estudiar músicaoccidental, por lo que necesitaba trabajarmás y estar más preparado”.
Un año después, en enero de 2009, Chotocó “La sonata de Dante” de Liszt en elConcierto de Año Nuevo celebrado en laSala de Arte Geumho. ¿Podía un simpleniño de su edad expresar el amor de Liszt,y el cielo y el infierno de Dante, tan solosiguiendo las notas y los símbolos dibujadosen el pentagrama musical? La interpretaciónde Cho despejó mis dudas y consu música me transmitió de forma nítida lahistoria de Liszt y Dante. Si un niño vinieraa contarme la historia con palabras, ¿quizá me cría? Imposible.Sólo la música tiene esa clase de poder. A través de su melodíael joven transmitió el mensaje de que la música en sí y su interpretaciónson algo maravilloso.
Me encontré de nuevo con Cho en la Sala de Arte Geumho en elinvierno de 2011. Esta vez él estaba con la pianista Son Yeol-eum,una amiga cercana que era como una hermana para él. Estabaprogramado que ambos interpretaran juntos un dueto. Durante lalarga conversación que mantuvimos, Cho mencionó repentinamenteun episodio ocurrido en Okinawa: “Hace poco estuve de gira enOkinawa y tomé un día libre, la primera vez que lo hacía después deuna actuación en el extranjero. Al mirar alrededor, me di cuenta deque la gente se ponía muy contenta con las cosas pequeñas. Fueentonces cuando empecé a reflexionar sobre qué es la felicidad”.¿Por qué a los diecisiete años de edad el pianista hablaba de la felicidaden una calurosa isla del sur?
Pasaron otros dos años y nos encontramos de nuevo en 2013.Él estaba estudiando en el extranjero, en París, y había llegado aCorea un mes antes de que tuviera lugar aquí un concierto con laFilarmónica de Munich bajo la dirección de Lorin Maazel. “Estoyfeliz con mi vida en París, con la excepción de que la ciudad es caray el idioma difícil. Todo es nuevo y emocionante. Creo que mi personalidadha cambiado y ahora tengo menos miedo. Solía ser tímido,pero creo que ahora es todo lo contrario. Me siento más a gusto,aunque la otra persona pueda estar un poco incómoda”, comentóCho. El muchacho se había convertido en un hombre, y sin embargo,todavía tenía el mismo brillo helado en sus ojos. No estabaseguro de si trataba de hacerme reír o de provocarme, pero en suconversación detecté indicios de ambas intenciones. En su corazónparecía tener un pequeño horno en el que se fraguaba una extrañamezcla de pasión y despreocupación. Mi última pregunta que fue:“¿De verdad deseas tener éxito?”
“Me han dicho que soy un asceta. Tengo ambiciones, perodepende de lo que consideres ambición”, fue la respuesta de Cho.“¿Se puede considerar que un músico tiene éxito cuando gana unagran cantidad de dinero, o cuando conmueve a la gente con su brillantemúsica? Un músico puede sentir que la música es exclusivamentepara él y quedarse en su habitación, tocando para su propioplacer. Alguien así también podría ser considerado un músico conéxito. El éxito no se puede definir fácilmente. Tengo un sueño muygrande. Quiero reproducir música maravillosa. No es simplementedecir, bien, ahora está tocando Cho Seong-jin. Quiero interpretarcomo Radu Lupu, Grigory Sokolov o Murray Perahia. Su música essagrada. Puede que algunas personas no denominen a eso éxito,pero para mí es un sueño enorme, mucho más grande que ganarun concurso de piano”.
¿Qué significado tienen las competiciones para los músicos jóvenes?La pianista Son Yeol-eum, que logró el segundo puesto en elConcurso Internacional Tchaikovsky de 2011 en Rusia en el que Choacabó en tercer lugar, comentó lo siguiente acerca de los concursosde música: “He pasado por muchas cosas en una gran cantidadde competiciones, y me he desilusionado. Recuerdo lo que dijo enaquel momento mi maestro, Kim Dae-jin. Me explicó que quizá yopueda pensar que la competición no tiene sentido -y puede haberalgo de verdad en eso- pero una vez que estás en el gran mundo no hay nada más justo que una competición. Creo que tenía razón”.Para los jóvenes de todo el mundo que buscan convertirse en músicosprofesionales una competición es lo más cruel, pero también lapuerta de entrada más segura hacia el éxito. Y, sin embargo, ganarsolo sirve para abrir esa puerta. Cho suena del todo sincero cuandoasegura que no solo quiere ganar los concursos y que tambiéntiene grandes sueños de “interpretar música maravillosa”.
Cho ha firmado recientemente un contrato con Solea Management,una empresa francesa de representación de artistas, queanunció la noticia el 5 de enero en su página web. La compañía fuefundada por Romain Blondel en 2005 y representa a una veintenade músicos, entre ellos el pianista Menahem Pressler, el violinistaDaniel Hope, el violonchelista Jean-Guihen Queyras, y el flautistaEmmanuel Pahud. Cho, que actualmente estudia en París, permaneceráactivo en Europa bajo la gestión de Solea, cuya sede tambiénse halla en la capital francesa.
“No me gusta que me definan como ídolo de la música clásica. Soloquiero seguir siendo un músico clásico por mucho tiempo. Algunaspersonas incluso me denominan “especialista en Chopin” pero,aún hoy, Chopin es para mí uno de los compositores más difíciles.Beethoven o Brahms compusieron una música más ligera en susúltimos años, y pienso que es porque se fueron desprendiendo delas cosas poco a poco. En mi opinión, la vida es así. Por el mismomotivo, creo que estoy en esa etapa de la vida en la que tengoque obtener mucho y así tendré muchas cosas que dejar de ladocuando sea mayor”.
¿El efecto Cho Seong-jin?
There are various views about how Cho’s accolades at the Chopin Competition will influence Korea’s classical music market. Around the time his live competition recording came out, new albums were also released by popular young Korean pianists Lim Dong-hyek and Kim Sun-wook. The three albums are all selling well, enjoying a positive synergy. But it remains to be seen how long and how far the Cho Seong-jin effect can continue. Fundamentally, the Korean classical music industry is quite small. There are no clear statistics on revenues by category or analyses of concert audience demographics. Without proper data, it is difficult to deviserealistic measures to energize the market. In the words of one young musician, “What frustrates me is that, in Korea, there are only musicians. Nothing else. There is virtually no market, no media that deals with music properly, no consumers, and no providers.”
Tras el lanzamiento de la grabaciónen vivo de la actuaciónde Cho Seong-jin el ConcursoInternacional de Piano FedericoChopin 2015, presentadapor Deutsche Grammophon,el álbum subió a la cima delas listas de música clásica ydesde entonces sigue allí.
Hay diferentes puntos de vista sobre cómo el éxito de Cho en elconcurso Chopin afectará al mercado nacional de la música clásicaen Corea. En el momento en que se presentó la grabación en directode su actuación salieron nuevos álbumes de los populares jóvenespianistas coreanos Lim Dong-hyek y Kim Sun-wook. Los tresdiscos se vendieron bien, al generarse una sinergia. Sin embargo,queda por ver durante cuánto tiempo y en qué medida continuará elefecto Cho Seong-jin. Fundamentalmente, la industria de la músicaclásica coreana es demasiado pequeña. No existen estadísticasclaras sobre ingresos por categoría o un análisis demográfico delpúblico de los conciertos. Debido a la ausencia de datos adecuadoses difícil concebir unas medidas realistas para revitalizar la industria.En palabras de un joven intérprete, “lo frustrante es que enCorea solo hay músicos, nadie más. No hay prácticamente un mercadoni un medio de comunicación que se ocupe adecuadamentede la música, y tampoco hay consumidores ni proveedores”.
El resultado final de la “fiebre Cho Seong-jin” está en nuestrasmanos. Sea cual sea el rumbo que tome la industria, el éxito delpianista de 22 años de edad en el concurso Chopin es significativo,ya que ha logrado que la gente vea de forma más seria y profundala industria de la música clásica de Corea.
En una entrevista el reportero pidió a Cho que dijera algo a susseguidores. Cho respondió: “No me gusta que me definan comoídolo de la música clásica. Solo quiero seguir siendo un músico clásicopor mucho tiempo. Algunas personas incluso me denominan“especialista en Chopin” pero, aún hoy, Chopin es para mí uno delos compositores más difíciles. Beethoven o Brahms compusieronuna música más ligera en sus últimos años, y pienso que es porquese fueron desprendiendo de las cosaspoco a poco. En mi opinión, la vida esasí. Por el mismo motivo, creo queestoy en esa etapa de la vida en la quetengo que obtener mucho y así tendrémuchas cosas que dejar de lado cuandosea mayor”.
Park Yong-wanEx editor de “Gaeksuk” y funcionario del Ministerio de Cultura,Deportes y Turismo