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2019 AUTUMN

Bong Joon-ho
“Un género en sí mismo”

Aclamado por su valiente y meticuloso retrato del paisaje capitalista moderno, ‘Parásito’ de Bong Joon-ho tocó un acorde universal y se convirtió en la primera película coreana en ganar la Palma de Oro, el más prestigioso premio del Festival de Cine de Cannes. Casi como para celebrar el centenario del cine coreano, este autor de mente ingeniosa consiguió otro innovador logro.

El séptimo largometraje de Bong Joon-ho, “Parásito”, ganó la Palma de Oro en el Festival de Cine de Cannes 2019, el mayor premio de ese certamen.

Como si hubiera pretendido conmemorar el centenario del cine coreano este año, “Parásito” del director Bong Joon-ho se alzó con la Palma de Oro en el 72° Festival de Cannes. “Muy oportuno” como diría Ki-taek, personaje de Song Kang-ho en la película.

“Parásito” cautivó a las distribuidoras de todo el mundo, logrando preventas en 192 países en mayo, durante el periodo del festival, la mayor cifra de una cinta coreana. Después del festival la película se estrenó en los cines franceses y los espectadores acudieron en masa a ver el trabajo ganador del año. “Parásito” lideró la taquilla retrasando las últimas entregas de franquicias de Hollywood como “Men in Black: International” y “X-Men: Dark Phoenix”, en segundo y tercer lugar, respectivamente.

De los dos carteles creados para el lanzamiento en Francia, uno destacaba particularmente al mostrar una imagen Mr. Park, el personaje principal, susurrando a su esposa, en letras inusualmente grandes para un póster de película francesa: “Si tu me spoiles la fin, je te tue!” (¡Si me haces un espoiler, te mataré!) Visiblemente quedó impreso como un bocadillo de diálogo, con un ingenioso concepto basado en la premisa de que el boca a boca ya se había extendido entre el público francés, llamando a no hacer spoilers.

Premio largamente soñado

Durante los últimos 20 años, ganar la Palma de Oro ha sido el santo grial de los cineastas coreanos, tras convertirse en rostros familiares en Cannes. En ese tiempo el cine coreano ha evolucionado y florecido, mostrando gran variedad de temas, escenarios y técnicas.

Lee Doo-yong fue el primer director coreano invitado al festival con “Spinning the Tales of Cruelty Towards Women” (1983), en la sección Una cierta mirada, mientras que Im Kwon-taek se convirtió en el primer director coreano en competir en la categoría principal con “Chunhyang” (2000).

Apodado como “director de la nación”, Im fue invitado por segunda vez a Cannes y volvió con el premio al Mejor Director por “Chihwaseon” (Painted Fire, 2002), jugando un importante rol en la promoción del cine coreano en el mundo. A partir de entonces, otros logros en Cannes elevaron aún más la estatura mundial de las películas coreanas. En tanto, Park Chan-wook se llevó a casa el Gran Premio con “Old Boy” (2003), mientras que Lee Chang-dong ganó el Premio al Mejor Guión por “Poesía” (2010). Para no quedar al margen, Im Sang-soo fue invitado a la competencia principal con “La doncella” (2010), una nueva versión del legendario trabajo de Kim Ki-young del mismo título de 1960, y con “The Taste of Money” (2012).

En su discurso de agradecimiento por el premio, Bong dijo que desde secundaria soñaba con ser director de cine. Hizo su primer cortometraje “Baeksaekin” (White Man, 1994) en la universidad como parte de su proyecto del club de cine. Ese corto se transformó en su billete a la Academia Coreana de Artes Cinematográficas, donde realizó otro llamado “Incoherencia” (1994), con el que empezó a ganar reconocimiento al ser invitado al “screening” del Festival Internacional de Cine de Vancouver. Poco a poco fue ganando experiencia al trabajar en “Motel Cactus” (1997) como miembro del equipo director, y también al participar en el guion de “Phantom the Submarine” (1999).

Su notable trayectoria de evolución y cambio en las últimas dos décadas se ha superpuesto con lo que el público espera y desea de las películas.

Nueva etapa del cine coreano

El primer largometraje de Bong, “Barking Dogs Never Bite”, lanzado en el 2000, marcó una nueva etapa en el cine coreano en los albores del nuevo milenio. Con una mezcla de elementos cinemáticos y no cinemáticos, la cinta destila una impredecible energía que difiere de otras películas coreanas previas. Bong mostró una asombrosa destreza imaginativa con su desinhibido dominio del estado del arte. Entonces señaló a Kim Ki-young como su director coreano favorito y reconoció tener más de 10 vídeos de sus películas. Kim era conocido por sus películas de terror centradas en la psicología de personajes femeninos.

Confesó que de niño no iba mucho al cine, pero en cambio vio muchas películas en televisión y en la red AFKN (American Forces Korea Network). Dijo haber aprendido el concepto de dirección al ver la serie de anime japonesa “Future Boy Conan”. Así, cuando tenía el ánimo bajo, mientras estaba en la Academia Coreana de Artes Cinematográficas, pasaba 14 horas al día viendo esa serie, recuerda.

Una vez considerado como un talento disruptor o atípico, Bong se ha convertido en una gran fortaleza para el cine coreano. La industria ha sufrido un relevo generacional con directores de vanguardia como Bong, que iban a la universidad cuando los movimientos estudiantiles retrocedían, para devorar todo tipo de producciones, desde películas animación hasta de serie B, y más aficionados a los videoclubs y las tiendas de alquiler de cintas que a ir al cine. Quizá por eso, de modo natural, la sensibilidad artística de Bong sea distinta de la de sus predecesores. Así pasó a engrosar las filas de los llamados “directores cinéfilos” junto a Park Chan-wook, director de “Área de Seguridad Conjunta”, Kim Jee-woon, quien dirigió “The Foul King”, y Ryoo Seung-wan, realizador de “Die Bad”, todas lanzadas en el 2000, el mismo año que “Barking Dogs Never Bite” de Bong.

La película de monstruos de Bong “The Host” (2006) fue invitada a la sección Quincena de Directores del 59° Festival de Cine de Cannes, mientras que su antología “Tokyo!” (2008), dirigida con Michel Gondry y Leos Carax, y el thriller “Mother” (2009), fueron invitados a competir en la categoría Una cierta mirada en la 61ª y 62ª edición del festival, respectivamente. Su primera participación en la competición principal fue “Okja” (2017), producida por Netflix, estrenada en la 70ª edición. Finalmente, cuando asistió al festival por quinta vez, logró los mayores honores.

“Memorias de un asesino” (2003), basada en un caso real de asesinato en serie, aclamada en la sección de cine coreano de muchos festivales internacionales, incluido el Festival Internacional de Cine de Bogotá.

“Madre” (2009), presenta los desesperados esfuerzos de una madre por salvar a su hijo, envuelto en un caso de asesinato. Fue invitada a competir en la sección Un Certain Regard del 62º Festival de Cine de Cannes.

“La huésped” (2006), atrajo a más de 13 millones de espectadores en todo el mundo y es el mayor éxito de taquilla de Bong Joon-ho. Fue invitada a la sección Quincena de Realizadores del 59º Festival de Cine de Cannes.

“Parásito” (2019), fin emblemático Bong Joon-ho, destaca por la meticulosa atención a los detalles, el choque de elementos dispares y el retrato del lado oscuro del capitalismo.

Detalles meticulosos, humor singular

Las dos “marcas registradas” que caracterizan las películas de Bong son su exigente enfoque en los detalles, que le ha generado el apodo de “Bongtail”, y lo que la revista de cine francesa Cahiers du Cinéma definió como “L’art du piksari” (“El arte de piksari”, en jerga coreana una voz quebrada cuando canta), refiriéndose al estilo de Bong de inyectar una dosis inesperada de humor mediante un percance aparentemente torpe.

En su segundo largometraje, “Memories of Murder” (2003), un drama criminal que le llevó a la fama, Bong intentó hasta la obstinación lograr una fiel recreación de la Corea de la década de 1980, escenario de la película, donde sus sugerencias al director de arte excedían con mucho la norma de diseño de escenas.

Accesorios como viejos autos y paquetes de cigarrillos de entonces como base; un grafiti lascivo en la pared de un puesto de control o un paquete de snacks fuera de lugar en la casa de un chamán, fueron algunos de los elementos visuales que sirvieron no solo para recrear la apariencia de esa época, sino que también impulsaron la historia. Asimismo, Bong vistió la mayoría de las escenas con tonos oscuros para expresar la atmósfera opresiva y sombría del período. Los únicos colores llamativos en la película eran las aspas azules de un ventilador eléctrico y la ropa interior roja de las víctimas.

La atención a los detalles de Bong se considera magistral y sobresaliente, más aún por no ser demasiado evidentes, sino por mostrarse sutilmente.

En “Memories of Murder”, el jefe de policía se desliza y cae por el terraplén de un arrozal donde investigan in situ la escena del crimen; mientras que en “The Host”, el monstruo de pronto tropieza y resbala por las escaleras cuando persigue a la gente. Bong tiene predilección por infundir elementos tan incongruentes que podrían no encajar, pero generan un encanto poco convencional que condimenta sus películas. En la crítica de “Parásito”, David Ehrlich, crítico de cine senior del sector cinematográfico y asiduo de la revista web IndieWire, escribió: “Con “Parásito”, un trabajo vertiginoso, brillante y totalmente inclasificable, Bong Joon-ho demuestra que se ha convertido en un género en sí mismo”. Así, resume la esencia de la película como un género difícil de clasificar que traza un curso impredecible, una obra definitiva de un director que se ha esforzado por convertirse en un perfeccionista para retratar una sociedad que está lejos de ser perfecta.

Abrasador retrato social

Otra característica distintiva de las películas de Bong, como “Parásito”, es su estimulante exploración de elementos de la sociedad coreana, como el amor familiar y la estratificación social. El complejo de apartamentos en “Barking Dogs Never Bite”, el caso de asesinato en serie sin resolver en “Memories of Murder” que tuvo lugar al sur de la provincia de Gyeonggi, el río Han en “The Host”, y el amor maternal retratado en “Mother”, ofrecen escenas y sentimientos que simbolizan la sociedad coreana.

Sobre “The Host”, Bong dijo que la película es esencialmente una historia sobre el crecimiento emocional y mental de Gang-du, el personaje principal. Cuando finalmente se recompone, tiene un coste horrible para la vida de su hija. La ausencia o la total incompetencia de la autoridad pública es un elemento omnipresente en las películas de Bong. En “The Host”, los desvalidos sociales se ven obligados a tomar el asunto en sus propias manos debido a la inacción del gobierno. Al respecto, Bong destacó una vez en una entrevista: “Es como si los desvalidos mantuvieran una carrera de relevos para cuidarse unos a otros”. Dando un paso más, “Mother” presenta a una madre que se convierte en “un monstruo”. Ante la actitud despreocupada de los agentes de policía, que tratan la muerte de una niña como un caso más, la madre se obsesiona frenéticamente en demostrar por su cuenta la inocencia de su hijo.

Bong ofrece otra valiente representación de la sociedad coreana a través de la familia de cuatro personas desempleadas en “Parásito”. Cuando el hijo mayor consigue un trabajo muy bien remunerado como tutor particular, mediante astutos planes logra que los otros miembros de su familia trabajen en ese próspero hogar. Así, hace converger los mundos de ricos y pobres, pero a medida que pasa el tiempo se impone un sombrío presentimiento. La simbiosis entre esas dos familias, en los extremos opuestos de la escala social, no es más que un sueño esquivo. La agridulce representación de la película del mundo capitalista en el que vivimos supera razas y naciones, y eso es lo que llevó a Bong a alzarse con el máximo premio en Cannes

Desde su debut cinematográfico con “Barking Dogs Never Bite” hasta “Parásito”, Bong ha forjado una presencia singular en la industria cinematográfica coreana. Su notable trayectoria de cambio y evolución en las últimas dos décadas se ha superpuesto con lo que el público espera y desea de las películas. Sin lugar a dudas, Bong Joon-ho sigue siendo uno de los nombres más populares del cine coreano.

Ju Sung-chul Editor-Jefe, Cine21

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