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2019 WINTER

Monstruos, criaturas cibernéticas y sueños utópicos fallidos

Lee Bul teje una narrativa personal dentro de una crítica social mordaz, referencias históricas y una exploración de ideales utópicos, logrando un amplio reconocimiento internacional. Los temas de sus esculturas, instalaciones y representaciones, grotescas y espantosas pero abrumadoras y majestuosas a la vez, reflejan la marginación de las mujeres y el potencial de la tecnología.

“Dispuesto a ser vulnerable - Globo metalizado V3”. 2015–2019. Tela de tafetán de nylon, poliéster con papel de aluminio, ventilador, cableado electrónico, espejo de policarbonato. 230 x 1000 x 230 cm. Vista de instalación del sector “Encuentros”, 2019 Art Basel Hong Kong.

El reconocimiento internacional de la multifacética Lee Bul sigue siendo inquebrantable. El proyecto más relevante de Lee en 2019 fue en la 58ª Bienal de Venecia. Por primera vez una artista coreana es invitada por segunda ocasión a la exposición principal. En 1999, ella fue la artista principal del Pabellón de Corea y obtuvo una mención honorífica. Tanto el premio como la apreciación de su crítica inspiradora y su energía creativa, aparentemente ilimitada, la han llevado a captar atención global.

También Art Basel Hong Kong 2019, la mayor feria de arte de Asia, invitó a Lee en marzo para mostrar un zepelín plateado colgado del techo en la entrada de la planta baja del Centro de Convenciones y Exposiciones de Hong Kong. Esta colosal instalación se hizo muy popular entre los visitantes, que se fotografiaban con ella impacientemente, y al parecer también sirvió como inspiración para el tema del espectáculo “Still We Rise”.

El zepelín, titulado “Willing To Be Vulnerable – Metalized Balloon”, también apareció en Londres, en una exposición especial en la Hayward Gallery, durante la celebración de su 50º aniversario en 2018. La exposición, “Lee Bul: Crashing”, fue una retrospectiva a gran escala de unas cien obras que abarcan tres décadas, comenzando a finales de la década de 1980. La retrospectiva continuó en Martin-Gropius-Bau en Berlín bajo el título “Lee Bul: Crash”, y fue exhibida desde septiembre de 2018 hasta enero de 2019.

Iniciativas radicales e innovadoras

“Hydra II (Monumento)”. 1999. Impresión fotográfica en vinilo, bombas de aire. 1200 × 700 × 600 cm. Vista de la instalación en “Hot Air”, Granship Center, Shizuoka, Japón.
Foto de Yasunori Tanioka, cortesía de Nanjo and Associates

Me encontré por primera vez con el trabajo de Lee a finales de la década de 1990. Una revista de moda tenía una fotografía a doble página de una mujer que llevaba un vestido con tres cabezas de muñecas de bebé unidas, medias de red, una bata de seda, botas de cuero y adornos de cuentas colgando de su cabeza. Su apariencia era extraña, pero sensual y divertida. Esa mujer era la mismísima Lee. Esa fotografía fue usada en la que más tarde sería una de sus obras representativas, “Hydra: Monument”. Aludiendo al monstruo acuático de varias cabezas de la mitología griega, Lee introdujo elementos culturales asiáticos y occidentales y de la fantasía oriental. Esa poderosa imagen desafió ferozmente el estereotipo de docilidad entre las mujeres asiáticas.

Otra presentación provocativa, “Majestic Splendor”, en el Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York en 1997, creó una gran sensación, consolidando la presencia de Lee en la escena artística internacional. Consistía en unos peces crudos, que poco a poco iban pudriéndose, adornados con flores de cuentas, mientras desprendían un hedor asfixiante. El olor hizo que el pescado fuera retirado justo antes de inaugurar la exposición de un famoso artista estadounidense en el piso de arriba. Al año siguiente, Lee fue seleccionada como finalista para el Premio Hugo Boss otorgado por el Museo Solomon R. Guggenheim.

“Majestic Splendor” no se volvió a mostrar hasta 2016, cuando fue recreada para la exposición “Connect 1: Still Acts” celebrada en el Art Sonje Center de Seúl. Me sedujo la combinación entre la provocación del arte posmoderno y las profundas raíces de las tradiciones artísticas orientales y occidentales. El concepto de peces en descomposición decorados con deslumbrantes flores de cuentas compartía un hilo común con los cuadros de vanitas (un tipo de bodegón de alto valor simbólico) creado en Europa durante el siglo XVII, así como con el kusōzu o imágenes de las nueve etapas de un cuerpo en descomposición, en el arte japonés. Las vanitas suelen tener símbolos de riqueza como artículos de lujo, y símbolos de muerte o de lo efímero, como cráneos, velas o relojes de arena que simbolizan la futilidad de los bienes materiales y la brevedad de la vida. Al retratar las nueve etapas de la descomposición del cadáver de una mujer, el kusōzu también ilustra la naturaleza transitoria de la existencia terrenal.

“Majestic Splendor” dejó una impresión tan poderosa porque la descomposición de los peces y su fétido olor penetraron en el MoMA, un santuario virtual. El olor putrefacto era la verdadera esencia de la obra. Podría considerarse un desafío a la norma establecida en las artes visuales, que excluyen el sentido olfativo. Paradójicamente, la decisión del MoMA de desmontar una instalación debido al hedor sirvió para subrayar su significado.

Lee explica que se inspiró, a la hora de usar flores de cuentas, en los recuerdos de su infancia sobre su madre encadenando cuentas. Nacida en 1964, Lee creció en la época de la dictadura militar coreana y de un rápido crecimiento económico. Sus padres eran disidentes políticos. Por lo tanto, su familia se vio obligada a llevar una vida principalmente itinerante. Tenían que trabajar desde casa para ganarse la vida, haciendo cosas como bolsos con cuentas.

Límites híbridos desenfocados

Desde la izquierda: “Cyborg W1”. 1998. Silicona fundida, relleno de poliuretano, pigmento de pintura. 185 × 56 x 58 cm; “Monstruo: Rosa”. 1998. Tejido, relleno de fibra, estructura de acero inoxidable, pintura acrílica. 210 x 210 x 180 cm; “Cyborg W2”. 1998. Silicona fundida, relleno de poliuretano, pigmento de pintura. 185 × 74 x 58 cm; “Cyborg W4”. 1998. Silicona fundida, relleno de poliuretano, pigmento de pintura.
Foto de Rhee Jae-yong, cortesía de Art Sonje Center.

Lo esencial del trabajo de Lee hasta la década del 2000 fue el desesperado intento de romper preconcepciones y viejas nociones sobre “sus identidades” como mujer y como asiática. El cuerpo humano era su principal medio. La serie de esculturas “Monster” (1998) presentaba criaturas con tentáculos y con una textura suave similar a la carne y una forma que parecía ser un híbrido de animales y plantas: el cuerpo humano, un pulpo, una anémona de mar, raíces de ginseng, etc. La impresión era muy sensual y seductora, pero también repulsiva.

Las esculturas eran una variante de un disfraz de monstruo que Lee llevó para un espectáculo al aire libre de doce días en 1990, titulado “Sorry for suffering – You think I’m a puppy on a picnic?”. Lee caminó por las calles de Tokio vestida con un traje monstruoso, como si fuera una escultura suave y portátil con extremidades colgantes y tentáculos, todo cubierto de piel roja y blanca que aparentaba ser carne cruda. Fue una crítica mordaz de la dicotomía convencional entre el ser humano y un monstruo, la razón y la sensibilidad, el hombre y la mujer.

La serie de esculturas “Cyborg” (1997-2011), que también contaba con figuras antropomórficas, continuó con el tema. Se exhibió junto a la serie “Monster” durante las retrospectivas de Lee en Londres y Berlín. Con una cintura de avispa y pechos y nalgas prominentes, la forma de las figuras robóticas femeninas de la serie se asemejaba a la de los personajes sexualizados del anime japonés. De un blanco puro, las figuras de diosas también recordaban a las antiguas esculturas griegas, pero eran imperfectas, colgadas del techo y faltándoles una cabeza, un brazo y una pierna.

Lee se inspiró en la serie de “A Cyborg Manifesto” (1985), un famoso ensayo escrito por la bióloga estadounidense y filósofa de la ciencia feminista Donna Haraway. Su explicación es que el concepto de cyborg nos permite ampliar nuestra sensibilidad, desmantelando los límites discriminatorios y las divisiones de género y raza, y termina el ensayo con la famosa frase: “Prefiero ser un cyborg que una diosa”.

El disfraz de monstruo cargado de tentáculos que Lee se puso para su espectáculo en la calle fue una amalgama que borró los límites, y en un sentido más amplio, una representación de la identidad ciborgiana. Su serie “Anagram” (1999-2006), que era una fusión y una progresión de las series “Monster” y “Cyborg”, fue un paso más allá para ampliar el sentido de identidad mediante la fusión de insectos, plantas y máquinas.

Armada con una extraordinaria visión social e histórica, Lee Bul ha desarrollado un estilo artístico distintivo que le ha otorgado reconocimiento mundial como una de los artistas más destacadas de su tiempo.Foto de Le Pan, cortesía de Studio Lee Bul

Una yuxtaposición única de belleza y horror, debilidad y fuerza recorre sus obras.

No sugieren una actitud derrotista, sino que representan la coexistencia de una esperanza y una desesperación continuas.

Reflexiones sobre la historia y los tiempos

“Esplendor majestuoso” (detalle). 1997. Pez, lentejuelas, permanganato de potasio, bolsas de Mylar.
Foto de Robert Puglisi, cortesía de Studio Lee Bul

A partir de su exploración de los temas de la opresión social y el cuerpo humano a través del cyborg y las esculturas de monstruos, Lee comenzó a mostrar un cambio notable en la serie todavía en curso, “Mon Grand Récit” (desde 2015). Incluye modelos a gran escala de estructuras modernistas emblemáticas de principios del siglo XX que representaban la búsqueda de una utopía. Pero el escenario para estas obras es un desolado paisaje distópico, puesto que Lee tiene como objetivo transmitir esperanzas frustradas para un futuro utópico.

Otro ejemplo notable de este tema es un trabajo suyo en el que hace referencia al dirigible de pasajeros Hindenburg de 1937. En aquel tiempo, fue aclamado como símbolo del progreso tecnológico, pero fue consumido por el fuego mientras aterrizaba en su segundo viaje. Con él, la era de los dirigibles terminó abruptamente. Estas instalaciones artísticas fueron presentadas en la exposición “MMCA Hyundai Motor Series 2014: Lee Bul” organizada por el Museo Nacional de Arte Moderno y Contemporáneo de Seúl.

En la serie “Mon Grand Récit”, Lee teje su narrativa personal dentro del paisaje social de Corea, el cual ha sufrido cambios tumultuosos. Reflexiona sobre la historia y los tiempos, señalando las palabras del filósofo francés Jean-François Lyotard, quien expresó su escepticismo e incredulidad por las “grandiosas narrativas o meta narrativas” de la era modernista.

La presentación de la exposición de MMCA decía: “Reconociendo la imposibilidad de una gran narrativa, Lee presenta varias 'pequeñas narrativas' fragmentadas e imperfectas, que flotan constantemente sin resolución. Sus obras están diseñadas para provocar a los espectadores en la contemplación de los vestigios de la corrupción expuestos en la historia, el fracaso del idealismo modernista y los espectros del modernismo que aún rondan la vida cotidiana y la conciencia de los individuos”.

Ostensiblemente, la serie “Mon Grand Récit” marca una desviación de las obras anteriores de Lee hasta principios de la década de 2000, sobre todo de la serie “Cyborg”. Sin embargo, mantiene una conexión inextricable en su tema central: las esperanzas frustradas a la hora de aprovechar el poder de la tecnología para superar las limitaciones y las contradicciones humanas hasta, finalmente, lograr un mundo utópico.

Moon So-youngCulture Editor, Korea JoongAng Daily

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