“ Sehando” (Una escena de invierno), quintaesencia de la pintura literaria coreana, llegó al Museo Nacional de Corea el año pasado, tras un largo y sinuoso recorrido a través de la historia. Por fin, esta obra maestra del siglo XIX del calígrafo y erudito Kim Jeong-hui (1786-1856) halló un hogar permanente de dominio público.
Para comprender y apreciar “Sehando”, primero hay que distinguir tan invaluable pintura del pergamino en el que está montada. La pintura mide 70 cm de largo, pero 1.469,5 cm al desplegarla del todo. La historia sobre cómo esa pintura, Tesoro Nacional Nº 180 de Corea, se volvió tan desproporcionada, comienza con Kim Jeong-hui, un estudioso considerado el mejor calígrafo de la nación, e incluye cruces de fronteras y cambios de propiedad.
A finales del siglo XVIII, cuando Kim nació en una familia adinerada vinculada a la casa real, el conocimiento práctico había comenzado a florecer entre algunos eruditos, allanando el camino a la modernización. En el siglo XIX, la dinastía Joseon estaba sumida en el caos: una sucesión de infantes eran entronizados, mientras sus parientes maternos dominaban los asuntos estatales. Nuevas ideas y religiones, como el aprendizaje práctico (silhak) o el catolicismo, fueron rechazadas por la clase dominante conservadora. Desde el poder purgaron enemigos por apoyar pensamientos o religiones “subversivas”.
En 1840, a la edad de 55 años, Kim se convirtió en víctima de esa agitación política y fue desterrado al lugar más remoto y severo: la isla de Jeju. En aquella yerma (entonces) isla frente a la costa sur, pasó detenido en casa ocho años y cuatro meses.
“ Sehando” de Kim Jeong-hui (1786-1856). 1844. Tinta sobre papel. 23,9 × 70,4 cm. Museo Nacional de Corea.“ Sehando”, designado tesoro nacional de Corea, es la pintura literaria más célebre de la dinastía Joseon. Kim Jeong-hui, distinguido erudito y calígrafo, describió la desolación de la isla de Jeju, donde vivía en el exilio. A la izquierda de la pintura (montada en pergamino) Kim aprecia la incondicional amistad de su alumno Yi Sang-jeok, citando un pasaje de “Las Analectas de Confucio”.
Exilio en la isla de Jeju
“Maestro Wandang junto al mar con sombrero de bambú” de Heo Ryeon (1808-1893). Siglo XIX. Tinta y color sobre papel. 79,3 × 38,7 cm. APMA, Museo de Arte Amorepacific.Heo Ryeon, destacado paisajista de la dinastía Joseon tardía, representó a su maestro Kim Jeong-hui en su destierro en la isla de Jeju. El motivo de la pintura fue tomado de “Dongpo con sombrero de bambú y zuecos”, retrato del poeta chino Su Shi al que Kim admiraba.
Como eminente erudito confuciano, Kim estaba bien versado en poesía, caligrafía y pintura, las tres habilidades principales que los hombres de letras debían poseer. Bajo el pseudónimo de Chusa, creó un estilo de caligrafía llamado Chusache.
Durante el exilio, Kim luchó contra una constante enfermedad y contra la desesperación de perder a su esposa. La caligrafía y la pintura le sirvieron como vía de escape, y también las noticias de actualidad y los libros que su alumno, el traductor gubernamental Yi Sang-jeok (1804-1865), compraba en sus viajes a China.
En muestra de gratitud, Kim pintó “Sehando” en 1844 y se lo regaló a Yi. La pintura representa una humilde choza flanqueada por un pino retorcido y tres árboles de vida silvestre en el desierto, rodeados de un espacio vacío. La técnica del arbusto seco de Kim predomina la escena. A la izquierda, citaba a Confucio: “Cuando el año llega frío, sabemos que el pino y el ciprés son los últimos en perder sus hojas” (Las Analectas, Libro IX “Tsze Han”, Capítulo 27; traducción de James Legge). El nombre de la pintura deriva de este pasaje, pues “Sehan” alude al “frío intenso en torno al Año Nuevo Lunar”. Con el frío invierno como metáfora de su solitaria vida de exiliado, aparentemente Kim buscaba transmitir que las dificultades no arruinarían su amistad con Yi.
El rollo horizontal de “Sehando”, unos 14,7 metros, contiene comentarios de 16 intelectuales chinos. Kim Jeong-hui presentó el cuadro a su alumno Yi Sang-jeok, quien lo llevó a Beijing e invitó a intelectuales chinos a comentarlo.
Los intelectuales chinos apreciaron el simbolismo de la pintura y enfatizaron la importancia de mantenerse fiel a los principios ante las circunstancias difíciles.
Kim Jeong-hui adjuntó una hoja de papel a la izquierda de la pintura para expresar sus sentimientos en el exilio y la tremenda gratitud hacia su alumno Yi Sang-jeok.
En 1914, el tercer propietario de la pintura, Kim Jun-hak (1859-?), escribió el título “Sehando de Wandang” en cinco caracteres de chino clásico en una hoja aparte, y lo pegó en el lado derecho. Debajo escribió un poema con sus impresiones sobre la pintura.
El largo viaje
Yi se preparaba para partir hacia China cuando recibió “Sehando”. Se llevó el cuadro de viaje y, tras llegar a Yanjing (Beijing), lo mostró a 17 intelectuales chinos. Dieciséis de ellos aceptaron comentarlo y más tarde adjuntaron esos escritos al pergamino. Básicamente enfatizaban la dificultad y la importancia de mantenerse fiel a los principios. Un siglo después, los coreanos agregarían sus propios comentarios, pero antes la pintura emprendió un largo y difícil viaje.
El propio alumno de Yi heredó la pintura, y luego pasó a su hijo. Después cambió de manos unas veces más antes de llegar al erudito japonés Chikashi Fujitsuka (1879-1948) durante el periodo colonial nipón a principios del siglo XX. Como profesor de filosofía china en la Universidad Imperial de Keijo, precursora de la Universidad Nacional de Seúl, a Fujitsuka le preocupaba el legado de Kim, quien con frecuencia surgía en los escritos de los eruditos chinos Qing. Cuando Fujitsuka regresó a Japón en 1940, se llevó “Sehando” junto con su amplia colec-ción de objetos sobre Kim.
A finales de 1944, un calígrafo coreano que estudiaba la obra de Kim, Sohn Jae-hyeong (1903- 1981), fue a Japón con la esperanza de recuperar la pintura. Durante dos meses suplicó a diario hasta que Fujitsuka finalmente accedió, sin exigir ningún pago, al considerar que Sohn merecía quedarse con “Sehando”. Fue algo fortuito. Tres meses después, en marzo de 1945, unas bombas estadounidenses calcinaron la colección de Fujitsuka.
Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial y Corea recuperó su libertad, en agosto de 1945, Sohn lo celebró pidiendo a tres distinguidos académicos coreanos que escribieran algo sobre “Sehando”. Mostraron una alegría abrumadora por la independencia de la nación y porque Sohn hubiera recuperado la pintura de Japón. Entonces, Sohn volvió a montar la pintura en el actual pergamino de seda, con grandes espacios en blanco. Presumiblemente, esperaba contar con más escritos, pero no agregaron más.
Al precisar dinero para postularse a la Asamblea Nacional, Sohn empeñó “Sehando” en 1971, que pasó a ser propiedad de Sohn Se-ki (1903-1983), un hombre de negocios de Kaesong (Gaeseong) que había hecho fortuna comerciando con ginseng. Aunque tienen el mismo apellido, no son parientes. El hijo mayor de Sohn Se-ki, Sohn Chang-keun, fue el siguiente en heredar la pintura. Donó cientos de obras de arte y bienes culturales al Museo Nacional de Corea en 2018, pero en el último minuto decidió quedarse con una sola obra de arte: “Sehando”. Su apego a la pintura era demasiado fuerte. En febrero de 2020 finalmente cedió. A finales de año, el gobierno otorgó a Sohn y a otras 12 personas la Orden del Mérito Cultural por sus contribuciones a proteger el patrimonio cultural.
Sohn fue el único condecorado con la Orden Geumgwan (Corona de Oro), un gran honor que rara vez se recibe en vida. La Administración de Patrimonio Cultural señaló que casi todas las invaluables propiedades culturales donadas por Sohn poseían categoría de Tesoro o de Tesoro Nacional. Al donar “Sehando”, Sohn lo convirtió en “un activo común de todos los coreanos”, mejorando el acceso público al patrimonio cultural.
Kim Jeong-hui pasó sus últimos años en Gwacheon, provincia de Gyonggi. Allí se ubica el Museo Chusa, con miles de materiales de investigación de Fujitsuka, donados por su hijo, Akinao Fujitsuka, que incluyen manuscritos del propio Kim.
“Cuando el año llega frío, sabemos que el pino y el ciprés son los últimos en perder las hojas”.
El media-artist francés Jean-Julien Pous plasmó una interpretación moderna de “Sehando” en su vídeo en blanco y negro, “Winter Time”.
En el siglo XX, tres distinguidos coreanos agregaron sus comentarios en el tramo final del pergamino.
Al final del extenso rollo hay un elogio de Jeong In-bo (1893-1950), historiador y periodista coreano. Jeong expresó su compasión por Kim Jeong-hui y su alegría al recuperar tanto la pintura como la independencia de la nación.
Oh Se-chang (1864-1953), político y activista independentista, elogió el coraje del calígrafo Sohn Jae-hyeong, quien salvó a “Sehando” del peligro. Sohn fue a Tokio en 1944, en el apogeo de la Segunda Guerra Mundial, y convenció al propietario del cuadro, Chikashi Fujitsuka, de retornarlo a Corea.
Zhang Mu (1805-1849), erudito chino y autor de “Registro de una vida nómada en Mongolia”, dejó un comentario a modo de carta para Kim Jeong-hui.
Interpretación de un artista francés
En noviembre de 2020, el Museo Nacional de Corea inauguró la exposición “Después de cada invierno llega la primavera: días invernales y momentos memorables”, primera muestra integral de la obra de “Sehando” desde 2006 (puede verse hasta el 4 de abril de 2021).
En la exposición, un vídeo en blanco y negro de 7 minutos titulado “Winter Time” presenta la pintura del artista. Resalta la soledad con imágenes del viento y las olas de la isla de Jeju, una araña que teje su tela sin cesar, un espeso bosque de pinos, etc.
“La pintura ‘Sehando’ me despierta muchas emociones, pero prima la sensación de soledad”, destaca Jean-Julien Pous, el artista mediático que produjo el vídeo. “Ese sentimiento sin duda se ve agravado por el COVID-19, que nos hace sentir aún más solos, incluso en una gran ciudad”.
Un agudo sentido de la estética impregna el vídeo, que podría considerarse un comentario más sobre la pintura del artista francés del siglo XXI. “Sehando”, fuente de inspiración de muchos en su largo viaje de casi dos siglos desde Corea a China y Japón y luego de vuelta, ha sido reinterpretado en un nuevo formato artístico en la era digital.