Una larga cadena de altas montañas atraviesa la tierra antes de sumergirse en el mar, el esplendor de la naturaleza indica un contraste desgarrador con la vida agitada de las personas que habitan su seno: esta es probablemente la imagen de la provincia de Gangwon en el imaginario de muchos coreanos. La fragancia picante de las flores del benjuí, los deslumbrantes campos de flores de trigo sarraceno blanco bajo la luz de la luna, y la magnífica perspectiva del sol sobre el Mar del Este son imágenes familiares de la provincia, incluso para aquellos que nunca han estado allí, pues han sido frecuentemente retratadas en numerosas obras literarias y musicales.
En un sencillo escenario y bajo una luz tenue, un cantante toca su guitarra y comienza a cantar; toca “Quinientas millas” de Peter, Paul y Mary. La ruidosa habitación se calma al instante. Algunos entre el público intentan contener sus emociones y otros ya se están secando los ojos.
Es una escena de un vídeo clip en YouTube de un café en un pequeño pueblo estadounidense. La historia se convierte en canción a través de la abstracción y la extensión. En “Quinientas millas”, vicisitudes de la historia moderna de Estados Unidos –como la llegada del ferrocarril, la Guerra Civil, la Gran Depresión y los despidos masivos de trabajadores- se resumen en la historia de un vagabundo que echaba de menos a su familia y a su pueblo, que luego se amplía hasta tocar las emociones universales estadounidenses.
Tal vez no sería del todo imposible pensar en canciones que nos lleven, al menos por un momento, a comprender y empatizar con personas de otros países o culturas, si tan solo pudiéramos apartar nuestras nociones preconcebidas. Como el tema de este artículo es la provincia de Gangwon Province, me viene a la mente la canción “El paso de Hangyeryeong”, compuesta por Ha Deok-kyu e interpretada por Yang Hee-eun.
Pasaje al monte Kumgang
En términos geográficos, la provincia de Gangwon es comparable a Suiza. Al igual que la mayor parte de Suiza se extiende a ambos lados de los Alpes, la provincia de Gangwon se extiende desde el monte Kumgang (más conocido como Mt.
Geumgang, que significa “Montaña de diamante”) hasta el monte Taebaek, en medio de Baekdu Daegan, la cordillera que conforma la espina dorsal de la península de Corea. En los viejos tiempos, cuando la agricultura era el pilar de la economía, la provincia no era un lugar hospitalario para vivir. La “Guía ecológica de Corea” (Taengniji), un libro de geografía humana del siglo XVIII escrito durante la dinastía Joseon, describe la provincia como un lugar donde “el suelo es tan árido y pedregoso que un mal [vieja unidad de volumen equivalente a unos 18 litros] de semillas solo produciría una docena de mal”. Pero incluso hoy en día, mantiene circunstancias similares. En parte por esta razón, las remotas aldeas montañosas de la provincia solían ser el escondite perfecto para aquellos oprimidos social y políticamente.
Podríamos comprender mejor tan desfavorables condiciones agrícolas analizando la situación de un pasado remoto, cuando el gobierno central recaudaba impuestos en especies. La provincia de Gangwon solo tenía dos almacenes para guardar los granos recolectados como impuestos, y eran demasiado pequeños respecto a los de otras regiones. Lo mismo sucedía con el tamaño y la cantidad de barcos que transportaban los granos a la capital.
En Bongpyeong, lugar de nacimiento del novelista Yi Hyo-seok (1907-1942), hay grandes extensiones de campos de trigo sarraceno, al igual que en sus historias. Cada septiembre, cuando las flores blancas están en todo su esplendor, la ciudad celebra un festival conmemorativo sobre el novelista.
Además, concretaron una exención que permitió que los impuestos de los granos recolectados en dicha zona fueran usados dentro de la provincia. En el siglo XVII, esta exención quedó derogada tras la promulgación de la Ley Uniforme de Impuestos sobre el Terreno (Daedongbeop) que gravaba no a los hogares, sino a la tierra en función de su tamaño, y establecía el pago en arroz y no en otros granos. Entonces las cargas impositivas para los campesinos pobres se redujeron sustancialmente.
En los días en que la clase dominante estaba compuesta por eruditos confucianos, que consideraban que pasar tiempo en las montañas era una forma refinada de lograr la disciplina espiritual, la provincia de Gangwon era poco más que un pasaje al monte Kumgang, ahora parte de Corea del Norte. Fue una montaña tan famosa en el pasado que el poeta chino Su Dongpo escribió: “Ojalá hubiera nacido en Goryeo [nombrede Corea en ese momento] para poder ver el monte Kumgang. “Sin embargo, la montaña no era fácilmente accesible, ni tan siquiera para la gente de Goryeo.
Para observarla en burro o en silla de manos, como era costumbre entre la nobleza, se necesitaban al menos cuatro asistentes. Además, el viaje desde Seúl hasta el pie de la montaña duraba casi un mes. Ciertamente, no era una aventura para aquellos de riqueza mediocre.
Aun así, el monte Kumgang siguió siendo considerado como un destino favorito entre viajeros privilegiados, eruditos, poetas y artistas quienes -cada uno con sus respectivas razones para aclarar la mente- siguieron visitándolo. Al final, la montaña se convirtió en tema común de la literatura de viajes en la Corea premoderna, a menudo con trilladas descripciones de su paisaje y características geográficas, intercaladas con algunos sentimientos personales. Quizá por esta razón, Kang Se-hwang, eminente pintor literario del siglo XVIII, denunció la tendencia y dijo: “Visitar las montañas debe ser una gran distracción para los nobles, pero darse una vuelta por el monte Kumgang es algo extremadamente vulgar”.
Por supuesto, no todos los relatos de ese viaje son convencionales. Así, “Canción del viaje al Este” (Dongyuga), un verso de viaje de un autor desconocido de finales de la época de Joseon, retrata en detalle las vidas de la clase baja que pudo observar durante el viaje:
“Viniendo en esta dirección desde Cheorwon, vi / en las montañas superpuestas, escasamente salpicadas de casas / personas arando campos duros y con grava con rejas dobles tiradas por cuerdas. / Las posadas, que sufren de falta de aceite, queman ramas de pino para iluminarse, y las habitaciones apenas se caldean con un horno de barro y una chimenea instalada en una esquina”.
Dado que casi el 85 por ciento de los franceses vivió una pobreza indigente durante la era napoleónica, las terribles condiciones de vida de la provincia de Gangwon en esos días no resultarían tan excepcionales. No obstante, un escritor coreano durante la era colonial japonesa del siglo XX encontró la pobreza de sus compatriotas bastante extraordinaria.
“Sambuyeon Falls” (Cataratas con tres pozas) del álbum “Transmitiendo el espíritu del mar y las montañas” (Haeak jeonsin cheop) de Jeong Seon, 1747. Tinta y color en seda, 31.4 × 24.2 cm.
Aunque los eruditos confucianos de Joseon a menudo consideraban que la provincia de Gangwon era un mero pasaje que llevaba al Monte Kumgang, a veces disminuían la velocidad en lugares de enorme belleza escénica. Atraído por las Cataratas de Sambuyeon en Cheorwon, en su camino hacia la célebre montaña, el artista Jeong Seon (1676-1759) se detuvo para pintar ese espectáculo.
Flores de benjuí y campos de alforfón
El novelista Kim Yu-jeong (1908-1937) era el hijo más joven de una familia adinerada que durante generaciones vivió en Sille Village en Chuncheon, provincia de Gangwon. Creció yendo y viniendo entre Chuncheon y Seúl, donde recibió una educación de élite. A la edad de 22 años, regresó permanentemente a su ciudad natal, con unas 50 casas más o menos. Sus circunstancias habían cambiado mucho, porque sus padres murieron tempranamente y su hermano mayor había dilapidado la fortuna familiar. Sin dinero para pagar ni la matrícula ni los gastos de manutención, decepcionado con el amor y afligido por una enfermedad repentina, no tuvo más remedio que regresar a su hogar, con la débil esperanza de obtener su parte de la herencia, incluso aunque para ello tuviera que presentar una demanda contra su hermano.
Sin embargo, no fue esa pequeña cantidad de dinero lo que consoló su agotada mente y su cuerpo, sino las flores de benjuí (Lindera obtusiloba), que florecían amarillas en el monte. Geumbyeong a principios de la primavera, y la gente abierta y © Fundación Kansong de Arte y Cultura Cultura y arte de Corea 9 honesta de su ciudad natal, especialmente las mujeres rurales, que eran “toscas y duras, tal como la naturaleza las hizo”, libres de cualquier “exageración o pretensión”.
Mientras se recuperaba entre el paisaje y la gente de su ciudad natal, abrió una escuela nocturna para los jóvenes del pueblo en una choza ubicada en la colina detrás de su casa. Un día, una mujer del vecindario le habló de una deulbyeongi (traficantes de licor, mujeres que viajaban vendiendo bebidas alcohólicas y coqueteando con sus clientes), que se había quedado en su casa unos días antes de desaparecer. Basado en su historia, Kim Yu-jeong escribió su primer cuento, “Un viajero de la aldea de montaña”. Así se convirtió en novelista y adoptó la misión de representar las dificultades que sufrían las personas que le rodeaban.
Sus protagonistas son una serie de hombres lastimosos, del tipo que conoció en su pueblo, tales como un hombre frustrado por la agricultura, que le empobrece año tras año, y planea enviar a su esposa a vender licor (“Esposa”); como un hombre que decide que “es más sabio cavar la tierra para encontrar oro que romperse la espalda durante un año en los campos por unos cuantos sacos de frijoles” (“Encontrar oro en los campos de frijoles”); o como otro que “deambula desde la montaña hacia lo lejos, con su joven esposa tras él, en busca de un mejor lugar para vivir” (“Una ducha de lluvia”). La descripción sincera y humorística de esas miserables vidas ayudó a enriquecer la literatura coreana del siglo XX.
Pero mientras que el trabajo de Kim se vio impulsado por la conciencia de que el empobrecimiento cada vez mayor del campo estaba enraizado en la sistemática privación colonial que producían los granjeros arrendatarios en masa, por su parte Lee Hyo-seok (1907-1942) se mantuvo alejado de la realidad de desalmados y traicioneros, y trató de construir su propio santuario artístico. En su característico ensayo “Quemando las hojas caídas”, el novelista de Bongpyeong, en el condado de Pyeongchang, huele el aroma de los granos de café, recién tostados entre el humo de las hojas quemadas, mientras su cabeza planea plantar un árbol de Navidad y aprender a esquiar el próximo invierno. Este idílico ensayo fue escrito en el segundo año de la Segunda Guerra Sino-Japonesa (1937-1945), cuando Corea sufría una explotación colonial extrema.
En particular, la visión de Lee de la literatura como “un poder mágico para revelar la belleza de los humanos, por vulgares y despreciables que sean”, solo se vio afectada por la presión de la política de asimilación cultural de Japón. Todavía resulta significativo revisar “Temporada de alforfón”, reconocida como obra maestra de la literatura coreana, para comprender el camino literario de Lee, a medias entre el realismo de sus primeros días y la inclinación de estilo refinado o belletrista de sus años posteriores.
“El camino parecía suspendido desde la cintura de una colina. Pasaba la medianoche y, en la quietud a su alrededor, Heo captó el sonido de la luna respirando como una bestia al alcance de la mano, y los tallos de judías y mazorcas de maíz empapados, a la luz de la luna parecían más azules de lo normal. La cintura de la colina estaba cubierta de trigo sarraceno, y las flores frescas, tan serenas como sal esparcida bajo la suave luz de la luna, resultaban impresionantes. Los tallos de trigo sarraceno rojos eran tan tenues como una fragancia, y el modo de andar del burro era refrescante”. (De ‘Temporada de alforfón’, traducido por Peter H. Lee).
Para celebrar la vida y la literatura de estos dos novelistas, la provincia de Gangwon abrió la Casa de Literatura Kim Yu-jeong en Sille Village y el Lee Hyo-seok Memorial Hall en Bongpyeong, donde han preservado sus lugares de nacimiento.
Canales, caminos nevados y carreteras
Muchas de las carreteras de montaña de la provincia de Gangwon suben y bajan a una altura de unos 1.000 metros. Las corrientes que se originan en las altas montañas fluyen principalmente hacia el río Han. Hasta la década de 1930, el río era utilizado como vía fluvial para transportar productos forestales, pues las carreteras eran muy accidentadas. Así, los troncos de madera cortada en los condados del norte de Inje y Yanggu se concentraba en el río Bukhan (el norte del río Han) y la madera de los condados del sur como Jeongseon, Pyeongchang y Yeongwol, en el río Namhan (el sur del río Han) se unían formando balsas que flotaban río abajo hasta llegar a Seúl. Tardaban un día desde Inje hasta Chuncheon, y luego una semana o dos desde Chuncheon hasta Seúl. Para aliviar el cansancio y el aburrimiento, los barqueros que dirigían esas balsas de madera cantaban el “Arirang de la balsa”, una versión del popular “Arirang de Gangwon-do” con letra propia añadida. Esas improvisadas barcas solían llevar porcelana blanca de alta calidad, hierbas medicinales y leña de los alrededores de Yanggu y Bangsan, con destino a Seúl.
El río Bukhan era un canal importante para los barcos que navegaban entre Seúl y Chuncheon. Los barcos que transportaban sal desde Seúl, o los impuestos a los granos de la provincia de Gangwon, usaban esta vía fluvial antes de que fuera bloqueada por las represas para obtener energía hidroeléctrica que fueron construidas a principios de la década de 1940. Al cerrar el canal, la electricidad llegó a la provincia. El arroyo Naerin, una vez repleto de filas de balsas de madera, ahora reverbera con los vítores y gritos de los jóvenes que disfrutan haciendo rafting en el río.
Como todas las carreteras que cruzan la provincia de Gangwon terminan en la costa este, el Mar del Este no es un mar común para los coreanos. Más bien, es un objeto de fe.
Mientras que las vías fluviales conectaban la provincia con el mundo exterior, sus caminos nevados lo aislaban, dificultan-do el intercambio. Arar con nieve a la altura de las rodillas en las montañas representa la dureza de una vida tan solemne y desesperada como comer pan bañado en lágrimas.
La nieve como metáfora de un camino agotador para el crecimiento espiritual o la vuelta a casa de los heridos es a menudo usada en obras artísticas y literarias. En el relato breve de Hwang Sok-yong “Camino hacia Sampo”, los tres protagonistas, abandonados por la corriente de la industrialización, deambulan por carreteras nevadas en busca de un lugar desconocido llamado Sampo. En tanto “Carretera nevada”, una película sobre el regreso de las niñas que fueron forzadas a la esclavitud sexual por soldados japoneses durante la Segunda Guerra Mundial, describe a esas muchachas caminando por la nieve en el bosque de abedules de Inje, con los interminables picos montañosos del paso de Daegwallyeong al fondo.
La Autopista Yeongdong, inaugurada en 1971 y en permanente ampliación, ahora va desde Incheon hasta Gangneung, pasando por Hoengseong y Pyeongchang. Desde que se abrió la autopista, los pasos de montaña de la provincia de Gangwon se han transformado en senderos para excursionistas urbanos. Mientras, algunas de las playas de la costa este que anteriormente fueron zonas militares reidas se abrieron al público. En la década de 1970, la canción “Cazando ballenas” de Song Chang-sik, banda sonora de la exitosa película “El sendero de los idiotas” era una de las favoritas entre los jóvenes. La tocaban con sus guitarras y la cantaban a pleno pulmón. El coro dice: “¡Ahora, vámonos, al mar de la costa este!”. En ese momento, era un gran lujo escapar a las playas del este con algún sencillo equipo de campamento, ya fuera en un tren lento que serpenteaba por su camino, bien a través de las montañas, o bien en autobús recorriendo la autopista.
En 1975, cuando la mayoría de los tramos de la autopista fueron completados, el Yongpyeong Resort Ski abrió sus puertas como centro de deportes invernales. El verano pasado, enla cima de las pistas se llevó a cabo un evento para pedir por una exitosa celebración de los Juegos Olímpicos de Invierno PyeongChang 2018.
La costa este de la provincia de Gangwon posee numerosos lugares pintorescos para ver la salida del sol sobre el mar. Para los coreanos, el Mar del Este no es solo una masa de agua, sino un lugar solemne que recuerda el significado de la historia, y un relajante lugar donde liberarse de los límites de la vida cotidiana.
Carreteras hacia el mar del Este
En diciembre de 2016, en una de las manifestaciones a la luz de las velas contra la entonces presidenta que atrajo a unos dos millones de personas, la cantante Han Young-ae, con su característica voz ronca interpretó “Mi país, mi pueblo”, que comienza así: “Mira, el sol se levanta sobre el mar del Este. / ¿Sobre quién brillan sus rayos llameantes? / Sobre nosotros, que logramos noble pureza / en el curso de luchas sangrientas”. Estas letras fueron escritas en la década de 1970 por Kim Min-ki, quien igualmente compuso la legendaria canción de protesta “Rocío matutino” cuando era estudiante universitaria.
Como todos los caminos que atraviesan la provincia de Gangwon terminan en la costa este, el mar del Este no es un mar común para los coreanos. Más bien, es un objeto de fe. Tal vez por eso cruzan tan a menudo los altos pasos de Baekdu Daegan, como Hangyeryeong, Misiryeong y Daegwallyeong, para romper las cadenas de la vida cotidiana al contemplar el mar, o conducir por la noche en la autopista y quedarse junto a la playa para ver el primer sol del año salir sobre el mar. Ahora, el proceso de afinación ha terminado. Es hora de escuchar la música.
‘PyeongChang Music Festival & School’:
caché cultural para la provincia de Gangwon
Ryu Tae-hyung Columnista musical
Considerado como un destacado festival internacional de música, el PyeongChang Music Festival & School (PMFS, previamente denominado Great Mountains Musical Festival & School) tuvo lugar por primera vez en 2004 en el Yongpyeong Ski Resort. Siguiendo el modelo del Aspen Music Festival and School de Estados Unidos, fue diseñado como una feria de verano que ofrece conciertos de música clásica y programas de capacitación. Aspen, que una vez fue una ciudad fantasma con minas abandonadas y una población de solo 6.000 habitantes, fue revitalizada y convertida en ciudad anfitriona de uno de los principales festivales de música clásica de Estados Unidos desde su fundación en 1949.
Dirigidas por Zaurbek Gugkaev, la Orquesta y la Compañía de Ópera de Marinsky de San Petersburgo, Rusia, interpretan la ópera de Sergei Prokofiev “El amor por las tres naranjas” en la carpa de música de Alpensia. Basado en el drama del siglo XVIII del mismo título del dramaturgo italiano Carlo Gozzi, la ópera fue estrenada en Corea en el Festival de Música PyeongChang 2017.
Emulando el modelo de Aspen, el profesor Kang Hyo de la Juilliard School lanzó el PMFS en colaboración con los Solistas de Sejong, una orquesta de cuerda de fama mundial. Al principio, las circunstancias eran de todo menos ideales. El escenario principal del Salón Nunmaeul [Snow Village] tenía que usar micrófonos para que la música llegara correctamente a la audiencia. Además, durante ese periodo había otros eventos en torno a la estación de esquí que impedían concentrarse adecuadamente en la música. Por ejemplo, el estallido de los enérgicos gritos de una competición de esgrima celebrada en las proximidades, una vez sorprendió a la audiencia en mitad de un concierto.
Pero pese a las dificultades iniciales, el PMFS, celebrado en las tierras altas, a unos 700 metros de altitud, ha atraído desde entonces a un creciente número de amantes de la música, al ofrecer un refugio contra el calor veraniego, así como una diversa oferta musical. La cuidadosa selección de programas y su variada temática anual, ha captado la atención de comunidades nacionales e internacionales de música.
En 2010 fue inaugurada la Sala de Conciertos Alpensia, que ofrece un espacio apropiado para presentar música clásica, y se agotaron las entradas para los conciertos de ese año de la Serie de Artistas Distinguidos. Como cada año, artistas y profesores de renombre son invitados al festival, también aumenta cada vez más la afluencia de talentosos estudiantes de música de todo el mundo.
En 2011, el violonchelista Chung Myung-wha y el violinista Chung Kyung-wha se incorporaron como directores artísticos al festival, y su extensa red internacional ha contribuido en gran medida a aumentar la escala del evento.
En consecuencia ese año la octava edición del festival, celebrada bajo el lema “Iluminación”, logró una asistencia récord de 35.000 personas, y varios programas para alentar la participación de la audiencia, como los “Conciertos itinerantes”, también han pasado a integrar su oferta.
El festival de este año se centró en la música rusa, bajo el lema “Grandes maestros de Rusia”.
Presentó una ópera en la Tienda de Música, inaugurada en 2012, con un evento simbólico para indicar que el PMFS, concebido en su día como festival de música de cámara, ha crecido hasta poder ofrecer óperas. Además, el pianista Son Yeol-eum, director artístico asociado del festival, y otros músicos jóvenes, también presentaron un hermoso conjunto.El PMFS combina conciertos de artistas destacados conformación para estudiantes de música.
En la Serie de artistas distinguidos del Festival de Música PyeongChang 2017, los violonchelistas Chung Myung-wha, Luís Claret y Laurence Lesser (desde la izquierda) tocan “Réquiem” de David Popper, con el pianista Kim Tae-hyung.
Así, los alumnos asisten a clases magistrales de músicos famosos y se entremezclan con ellos en las salas de concierto, restaurantes, cafeterías y senderos para caminar.
El festival ha logrado obtener patrocinio de importantes corporaciones. Por ejemplo, este año Yamaha Corporation ofreció 40 pianos para incrementar las salas disponibles de práctica para artistas y estudiantes; y otras aerolíneas y empresas locales, incluida Terarosa Coffee, también ofrecieron patrocinio.
En febrero de 2016, fue inaugurado el Festival de Música de Invierno de PyeongChang. Presentado por el Ministerio de Cultura, Deportes y Turismo y organizado por la Fundación Arte y Cultura de Gangwon fue creado para promover las Olimpiadas de Invierno PyeongChang 2018. Gracias a los recitales y conciertos de música de cámara de los ganadores del Concurso Internacional Tchaikovsky, así como a las actuaciones de jazz de la cantante coreana Youn Sun Nah y del guitarrista sueco Ulf Wakenius, la primera edición se centró en ampliar los géneros del festival y mejorar su accesibilidad.
Muchos de los visitantes del festival eran turistas que habían venido a esquiar a las montañas y supieron de los conciertos con posterioridad a su llegada, lo que provocó un aumento inesperado de venta de entradas. Por tanto, se espera que los festivales de música de verano y de invierno que se celebran en las pintorescas montañas de Pyeongchang, ayuden a elevar el perfil de la provincia de Gangwon como lugar de excelencia cultural y como enclave natural limpio.