La esencia de la fotografía radica en su capacidad para capturar momentos en el tiempo y la historia. Fieles a este principio, los fotógrafos ales coreanos han servido como testigos de la tumultuosa historia del país. Podría decirse que la fotografía coreana moderna nació en 1945 cuando la nación se liberó de la ocupación japonesa. Con el tiempo, las fotografías obtuvieron el poder de cambiar el rumbo de la historia.
El nacimiento de la fotografía moderna coreana se superpuso con la liberación del país del dominio japonés el 15 de agosto de 1945. Bajo la represión y vigilancia de los colonizadores, los fotógrafos coreanos se limitaron principalmente a tomar fotografías de paisajes. No obstante, pudieron capturar a su país y sus compatriotas desde sus propias perspectivas. En ese sentido, el día de la liberación del país también puede considerarse el “día de la independencia” de la fotografía coreana.
A diferencia de las pinturas, donde las imágenes se pueden representar sobre el lienzo desde la memoria, uno ha de estar en la escena para tomar una fotografía. Muchos fotógrafos expresaron sus opiniones mediante imágenes que capturan históricos eventos que presenciaron personalmente. Entre ellos estaba Lee Kyung-mo (1926-2001), entonces un fotógrafo de 19 años de Gwangju en la provincia de Jeolla del Sur.
“Niños jugando en el callejón, Haengchon-dong, Seúl” Kim Ki-chan, 1972.
© Choi Gyeong-ja. Fuente de la foto: Noonbit Publishing Co.
De la liberación a la división
La primera cámara de Lee fue un regalo de su abuelo. Originalmente, soñaba con convertirse en artista, pero cuando recibió una Minolta Vest al comenzar la escuela secundaria, se embarcó en la búsqueda de la fotografía de por vida. El día de la liberación del país, salió a la calle con su cámara y capturó imágenes de la multitud de personas abrumadas por la alegría. Entonces nació la fotografía coreana moderna.
Poco después, a principios de septiembre de 1945, Lee tropezó con una perspectiva extraña en la entrada de Myeong-dong en el centro de Seúl. En vez de la policía militar japonesa, vio soldados estadounidenses deambulando por los departamentos comerciales o montados en rickshaws. Los tres años de ocupación militar estadounidense representaron un período de mayor confusión, ya que la sociedad coreana se vio envuelta en un conflicto ideológico que eventualmente llevó a una división nacional. Muchos se preguntaban si se presagiaba otra era de dominación extranjera. Para un joven fotógrafo, parecía extraño recuperar la independencia de los japoneses, solo para luego ser puestos bajo el mando militar estadounidense. Lee dejó muchas fotografías que relatan esos tiempos, desde la Rebelión Yeosu-Suncheon en la provincia de Jeolla del Sur, provocada por la confrontación izquierda-derecha en octubre de 1948, hasta la Guerra de Corea, que estalló en junio de 1950.
La alegría efímera de la liberación dio paso al dolor de la división. Algunos fotógrafos eligieron enfocar sus lentes en esta sombría realidad. Han Chi-gyu (1929-2016), un fotógrafo y oficial de inteligencia militar, grabó imágenes de la Zona Desmilitarizada (DMZ) que divide Corea del Sur y Corea del Norte.
Han huyó a Corea del Sur desde el norte en un barco pesquero y sirvió en el ejército coreano durante la guerra. Dondequiera que fuera, siempre se llevaba su cámara. Hasta que fue dado de baja como coronel en 1979,
tomaba fotos cada vez que visitaba la zona desmilitarizada o sus unidades subordinadas. Durante las visitas domiciliarias en Seúl, utilizaba su cámara para registrar el cambiante paisaje urbano y a sus hijos mientras crecían. La colección de fotografías de Han, publicada poco antes de su fallecimiento, nos permite reflexionar sobre las heridas de una nación dividida y sobre la cultura militar que moldeó las vidas de los coreanos en ese momento.
La difícil situación de los desfavorecidos
Corea del Sur obró una milagrosa recuperación al salir de las cenizas de la guerra y la división territorial, para lograr un crecimiento económico sin precedentes. Entonces, los fotógrafos coreanos de ales voltearon sus lentes hacia los que quedaron atrás en medio del rápido desarrollo industrial. Entre los fotógrafos que eligieron ar las vidas de las personas marginadas estaba Choi Min-shik (1928-2013). Después de graduarse en el Departamento de Diseño en Chubi Central Art School en Tokio en 1957, Choi aprendió fotografía por su cuenta y comenzó a tomar fotos de personas. A lo largo de su carrera, publicó un total de 14 álbumes de fotos que forman su serie “Humano”, que retrata el sufrimiento de las personas desfavorecidas, desnudando el alma y la naturaleza humana.
“Concentré mi lente en la vida de las personas menos afortunadas, aquellos que están en los márgenes de la sociedad. Durante cinco décadas, mis sujetos han sido aquellos que viven en la pobreza y la privación. No importa la frecuencia con que presione el obturador, nunca hubo un solo momento en el que dudara de su integridad como seres humanos”, escribió Choi en uno de sus libros.
Habiendo luchado contra la pobreza a lo largo de su vida, Choi no consideraba a los pobres como meros sujetos; tenía un profundo afecto por sus vecinos indigentes y buscaba registrar vívidamente las imágenes de los que se quedaron atrás en la carrera por el desarrollo económico.
Hubo otro fotógrafo que percibió que la industrialización y el crecimiento económico no necesariamente generaban felicidad. Kim Ki-chan (1938-2005), que había trabajado anteriormente en una cadena de televisión, solía colgarse su cámara sobre el hombro todos los fines de semana y dirigirse a las barriadas en las colinas de Seúl. “El callejón en Jungnim-dong fue mi hogar espiritual. La primera vez que puse un pie allí, la atmósfera bulliciosa me trajo recuerdos de un callejón en Sajik-dong de mi infancia. Fue entonces cuando decidí que las vistas de esos callejones y las alegrías y las tristezas de sus residentes se convertirían en el tema de mis obras”, resaltó Kim.
Kim publicó seis álbumes de fotos sobre el tema “Vistas del callejón trasero”, así como una colección de fotografías que capturaban imágenes de la gente del campo que llegó a Seúl y acampó frente a la estación de Seúl, y del paisaje cambiante de la agricultura en las aldeas que habían dejado atrás. Durante décadas, ó escenas de callejuelas estrechas y las vidas de sus residentes, desarrollando una intimidad con estos sujetos, mientras que sus obras seguían siendo revalorizadas.
“Soldados estadounidenses en
rickshaws, Myeong-dong, Seúl” Lee Kyung-mo, 1945.
© Lee Seung-jun. Fuente de la foto: Noonbit Publishing Co.
Lucha por la democracia
espués de la muerte del ex presidente Park Chung-hee, quien impulsó una serie de planes de desarrollo económico durante su prolongado gobierno de puño de hierro, la sociedad coreana se vio arrastrada por la fiebre de la democratización. Los estudiantes tomaron las calles en protestas contra la dictadura militar, y otros ciudadanos, que habían permanecido al margen, pronto se unieron. Pero con el estricto control del gobierno sobre los medios, el público no tenía forma de conocer toda la verdad sobre el movimiento de democratización o lo que las élites gobernantes tramaban. Sin embargo, a pesar de la represión mediática, la gente percibía los actos violentos cometidos por el régimen autoritario, particularmente las trágicas circunstancias del levantamiento civil en Gwangju el 18 de mayo de 1980. Y así se mantuvieron unidos al frente de este movimiento pro-democrático.
“Soldados coreanos patrullando
la línea de demarcación militar”
Han Chi-gyu, 1972.
© Han Seung-won. Fuente de la foto:
Noonbit Publishing Co
Kwon Joo-hoon (nacido en 1943), un fotoperiodista que trabajó en varios medios de noticias antes de retirarse de la agencia de noticias privada Newsis en 2015, ó importantes eventos históricos a lo largo de su carrera de 47 años. A las 2 p.m. del 20 de mayo de 1986, cubría el Festival del Primero de Mayo en la Plaza de la Acrópolis de la Universidad Nacional de Seúl. El tema del evento era la “Reevaluación histórica del levantamiento de Gwangju”, y Moon Ik-hwan (1918-1994), pastor y famoso activista antigubernamental, hablaba frente a los estudiantes. De repente, un alumno en la azotea del edificio del sindicato de estudiantes lanzó un grito de guerra, se desparramó disolvente por todo su cuerpo y se prendió fuego. Luego saltó, cayendo siete metros sobre una balaustrada en el segundo piso. Otros estudiantes corrieron hacia él y trataron de sofocar el fuego, pero fue en vano. Finalmente, apagaron las llamas con un extintor, pero el estudiante, identificado como Lee Dong-su, murió poco después de llegar al hospital.
“Colapso de Lee Han-yeol” Chung Tae-won, 1987.
© Chung Tae-won. Fuente de la foto: Noonbit Publishing Co.
Bajo la ley marcial, ningún medio de comunicación nacional fue lo suficientemente valiente como para publicar una sola imagen de la impactante escena. El Hankook Ilbo, diario para el que Kwon trabajaba, fue el único periódico que informó del incidente, aunque en un pequeño recuadro y dos días después. Solo cuando la prensa internacional publicó la imagen del incidente se hizo ampliamente conocido en Corea. La horrenda escena de un joven que se lanza a la muerte con todo su cuerpo en llamas fue una cruda declaración de cómo los estudiantes anhelaban la democracia desesperadamente. Más tarde, un periodista contó cómo la foto le impulsó a cambiar su carrera profesional de juez, con la esperanza de transmitir la verdad al público.
Kwon no fue el único fotoperiodista que hizo una crónica del creciente enfrentamiento entre el régimen autoritario y el bando prodemocrático. Tony Chung (también conocido como Chung Tae-won, nacido en 1939), que era el fotógrafo principal de Reuters Korea, capturó escenas del Levantamiento de Gwangju en 1980 y del Movimiento de la Democracia de junio de 1987 que se distribuyeron por todo el mundo. La fotografía de Chung de Lee Han-yeol, un estudiante de la Universidad Yonsei, fatalmente herido por una granada de gas lacrimógeno durante una manifestación frente a su escuela el 9 de junio de 1987, se convirtió en el elemento catalizador del Movimiento por la Democracia de junio, y en un símbolo eterno de la lucha del pueblo coreano por la democracia. Las imágenes de Lee, inconsciente y con la sangre corriéndole por la cara, reflejaban la brutalidad de las fuerzas gubernamentales, que encendían la ira entre los ciudadanos comunes.
Chung recordó que cuando vio al estudiante colapsar entre gas lacrimógeno, justo cuando estaba a punto de levantar su mano hacia la parte posterior de su cabeza, inmediatamente corrió hacia él. Tomó un primer plano de un compañero que trataba de ayudarle a levantarse.
Intuitivamente percibió que había captado algo grande, Chung fue directo a su oficina, reveló la foto en el cuarto oscuro y la divulgó por todo el mundo. Luego logró contactar con el médico que inicialmente había tratado al estudiante y le preguntó sobre su condición. Le dijeron que el estudiante estaba en coma y que no iba a sobrevivir. Lee Han-yeol nunca recuperó la conciencia y murió el 5 de julio. Cuando cubría las protestas callejeras, Chung siempre se ponía de pie al lado de los manifestantes estudiantiles y tomaba primeros planos. Durante el levantamiento civil en Gwangju, se ubicó entre la milicia civil y capturó nítidas escenas de sangrientos enfrentamientos con balas que volaban en todas direcciones.
Los fotógrafos han sido testigos de momentos épicos de la historia moderna de Corea. Con sus cámaras, acusaron elocuentemente a dictaduras militares y se identificaron con aquellos que se quedaron atrás en la marcha hacia la industrialización. Los fotógrafos de ales revivieron lo que la censura gubernamental podría haber borrado de nuestras memorias, historia y registros públicos. A través de sus fotografías, han buscado abrazar más a los débiles que a los fuertes, a las víctimas que a los perpetradores, a los perdedores en lugar de a los ganadores, y a la democracia en vez de al poder.
Los fotógrafos han sido testigos de momentos épicos de la historia moderna de Corea. Con sus cámaras, acusaron elocuentemente a lasdictaduras militares y se identificaron con aquellos que se quedaron atrás en la marcha hacia la industrialización
Democratización de la fotografía
Los momentos críticos de la historia contemporánea de Corea desde 1945, marcados por un vórtice de cambio y un frenético ritmo de desarrollo político, económico y social, han sido narrados principalmente por fotoperiodistas profesionales. Sin embargo, la “revolución de la luz de las velas”, que comenzó en octubre de 2016, mostró cómo los tiempos han cambiado, ya que los ciudadanos comunes que participan en los mítines se convirtieron en fotógrafos ales.
Previamente, el 16 de abril de 2014, los jóvenes estudiantes atrapados en el transbordador Sewol en un viaje escolar, registraron sus últimos desesperados momentos con sus teléfonos celulares. Tan desgarradoras fotos y videos causaron un profundo dolor entre la gente y sirvieron de evidencia crucial del trágico incidente: cómo cientos de estudiantes se encontraron con la muerte cuando el transbordador volcado fue prácticamente abandonado sin apropiados esfuerzos de rescate por parte de las autoridades competentes.
En la época de la fotografía analógica, los fotoperiodistas empacaban sus equipos y los llevaban a escenas de accidentes e incidentes. Pero en la era digital, cualquier persona en la escena, incluso sin experiencia ni un equipo profesional, puede tomar fotos desde su propia perspectiva, gracias a las cámaras de alta calidad de los teléfonos inteligentes. En este sentido, podría decirse que la fotografía también se ha “democratizado”.
Durante las manifestaciones a la luz de las velas en la Plaza Gwanghwamun, que continuaron durante el invierno de 2016, los manifestantes que se tomaban selfies con sus familias o amigos eran personas comunes. Las innumerables instantáneas de entonces recordarán para siempre el día en que se unieron a un acto de desafío contra un presidente contaminado por el escándalo, con una ardiente pasión por la democracia.