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2020 AUTUMN

Un arte marcial de buena voluntad mutua

Park Shin-young ha practicado el arte marcial tradicional coreano taekkyeon durante casi 25 de sus 29 años. Hoy, esta joven maestra usa sus habilidades y su experiencia para gestionar una empresa social de presentaciones teatrales, difundiendo el espíritu de armonía y buena voluntad en el país y en el extranjero.

Una descolorida fotografía con más de un siglo determinaría el curso de la vida de esta joven. Park Shin-young era demasiado pequeña como para ir al jardín de infantes de sus padres, cuando un día, llegó un instructor de artes marciales para dar clase diaria a los niños. Se unió a la clase y, sin siquiera saber ni que aprendía, instantáneamente quedó fascinada.

“No lo recuerdo como un proceso de aprendizaje, sino que bailaba y tocaba todo lo que quería. Cada día esperaba con ansias la clase”, recuerda Park.

Así es como Park conoció el taekkyeon, arte marcial tradicional coreano que ha practicado durante casi un cuarto de siglo. Tal como percibía de niña, de hecho el taekkyeon parece una danza, con sus movimientos fluidos y en constante cambio. Básicamente, eso lo distingue del taekwondo, arte marcial coreano más conocido y de nombre similar. El taekwondo mayormente presenta movimientos rectos.

Park Shin-young, representante de IK Taekkyon, muestra una variante de la patada lateral llamada gyeot chigi, con la que obtuvo el gran premio en varias competiciones. © IK Taekkyon

Eventos locales

Esa vieja fotografía, que muestra un combate de taekkyeon entre dos niños pequeños rodeados de jóvenes espectadores, fue presumiblemente tomada por un misionero occidental en algún momento de los últimos años de la dinastía Joseon (1392-1910). En la Corea premoderna, los combates de taekkyeon eran frecuentes en los eventos de las aldeas. Los lugareños se dividían por equipos de los pueblos de arriba y de abajo, y seleccionaban a los mejores de cada zona para competir. Por lo general, los combates de niños se celebraban primero. “Mucho más tarde, supe que mis padres hallaron esa vieja foto de niños practicando taekkyeon en algún lugar”, explica Park. “Pero pensaron que ayudaría a los niños con la autodisciplina y la autoprotección”.

Taekkyeon, también conocido como taekyon, es un deporte combativo en el que se usan las manos y los pies para golpear o derribar al oponente. Como sugieren sus otros nombres, subakhui (literalmente “juego de pelea de manos”) y gakhui (“juego de pies”), el taekkyeon comenzó como un juego festivo en eventos al aire libre. Como muchas otras tradiciones populares, sus orígenes no figuran claramente en la literatura. Pero su larga historia se remonta a los movimientos similares representados en un mural de combate en Muyongchong (Tumba de los Danzantes), que data del Reino de Goguryeo (37 a. C. - 668 d. C.). Taekkyeon se incluye en el Importante Patrimonio Cultural Inmaterial de la República de Corea y del Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO.

Lee Ju-young, esposo e instructor de Park (izquierda), y Ahn Hyung-soo, representante adjunto de IK Taekkyon, realizan una patada lateral mientras saltan en el aire.

“Dominar sin lastimar es complejo, pero te hace verdaderamente poderoso. Es un estadio imposible de alcanzar sin disciplina mental”.

Movimientos fluidos

Park muestra movimientos de manos. Las técnicas de ataque con la mano de Taekkyeon son tan diversas y potentes como los movimientos del pie, pese a parecer bastante suaves.

El Taekkyeon parece un baile principalmente por el pumbabgi, un conjunto de movimientos básicos del pie, que los principiantes aprenden desde el inicio. El juego de pies crea una impresión de baile, especialmente al combinarse con grandes movimientos circulares de brazos, llamados hwalgaetjit.

El juego de pies es bastante simple y fácil de aprender: basta poner un pie delante del otro y doblar rítmicamente las rodillas, para luego retirar el pie mientras nos inclinamos ágilmente hacia atrás por la cintura. El movimiento rítmico agrega velocidad y versatilidad al juego de pies, y la cintura flexible da ímpetu.

Sin embargo, fácil de aprender no necesariamente significa fácil de dominar. Como matiza Park, “se puede descubrir cuán hábil es un practicante solo con observar los movimientos de sus pies. Los novatos tienden a ser impacientes y se mueven apresurados, mientras que los más avanzados se relajan. El ritmo de tres tiempos también varía según las personas. Un experto equilibra muy bien un paso forzado tras dos sin estrés, o dos sin estrés seguidos de un paso forzado. Tan elegantes movimientos del pie pueden convertirse repentinamente en patadas, o combinarse con agarres para derribar a un oponente. Si no puedes leer el ritmo, quedarás indefenso y serás derribado en un instante”.

Suave por fuera, fuerte por dentro

Probablemente, debido a los movimientos de baile y a los desconocidos gritos de “¡Eek-eh!” o “¡Ack-eh!” a menudo imitados por los comediantes, podría pensarse que el taekkyeon es un deporte cómico. Pero de hecho, es un arte marcial activamente practicado y con un considerable poder destructivo. Cuando dos luchadores se encuentran con el brazo extendido, pueden realizar todo tipo de ataques con el pie con pocos movimientos preliminares.

Los luchadores pueden elegir entre gran variedad de patadas, incluida la patada frontal con la parte superior del pie (jegyeo chagi), patada circular, similar al fuerte golpe de un palo (huryeo chagi), patada de gancho con la parte superior del pie hacia el lateral del oponente (gyeot chigi), y patada al revés girando en el aire estando de pie sobre las manos (nal chigi). No se puede prever qué patada llegará ni cuándo. La principal habilidad de Park Shin-young es el gyeot chigi, que le ha llevado a ganar grandes premios en prestigiosos concursos, incluido el Festival Nacional de Deportes.

Al igual que el ssireum (lucha tradicional coreana) y el judo, el taekkyeon también incorpora impresionantes técnicas para hacer tropezar, lanzar y golpear al oponente. Al margen de sus elegantes movimientos, la perfecta sincronización de técnicas defensivas y ofensivas del taekkyeon lo convierte en un deporte muy combativo. Sin embargo, su esencia es respetar el valor de la vida y la prosperidad común. En la mayoría de las artes marciales, tener el poder implica tomar el control por la fuerza y dominar sin descanso al oponente, sin darle oportunidad de defenderse. En contraste, el taekkyeon siempre da a ambas partes las mismas oportunidades, como indica la postura del juego de pies, al dejar una pierna dentro del rango de ataque del oponente. Esa postura básica se llama daejeop, que significa “trato hospitalario”. En otras palabras, el oponente es más un invitado bienvenido, que un enemigo al que destruir.

Ganar sin lastimar al oponente es uno de los principales objetivos del taekkyeon. Quizá la naturaleza de todas las competiciones sea instigar a la rivalidad, y los contrincantes pueden terminar dañándose sin querer. Pero en un combate de taekkyeon, dañar al oponente implica incumplir la regla de buena voluntad mutua y lleva a perder. Por eso requiere entrenamiento físico y mental a la vez. Las manos y los pies de un luchador de técnica brillante pero sin dominio propio, pueden fácilmente convertirse en un arma brutal.

“Puede que te sea fácil dañar a otros con tu fuerza y la gente te dirá que eres poderoso. Pero eso no es poder, es brutalidad. Dominar sin lastimar es complejo, pero te hace verdaderamente poderoso. Es un estadio imposible de alcanzar sin disciplina mental”, explica Park.

Empresa social

Durante un tiempo, Park también sintió el deseo de volverse fuerte, y visitaba un estudio de entrenamiento tras otro para conocer a maestros eminentes. Esperaba poder absorber sus técnicas secretas y hacerlas suyas. Entonces, un día comprendió que solo había estado buscando habilidades técnicas, sin considerar el espíritu. Fue un momento revelador. Entonces dejó de buscar la fuerza y creó una empresa social, IK Taekkyon, con compañeros e integrantes de la Federación Coreana de Taekkyon, con los que competía en un equipo de demostración.

“¿Llegará el día en que los seres humanos no libren guerras?”, se pregunta Park. Imagina que todas las personas del mundo practicaran taekkyeon y aprendieran a comprender y a respetar a los otros tras largos años de disciplina. “Como primer paso, pensé que debía divulgar el taekkyeon. En ese sentido, puedo decir que con IK Taekkyon no solo contribuimos a la sociedad, sino que también hago realidad mis sueños”, explica.

Han pasado seis años desde que Park creó su empresa. En ese tiempo ha viajado a numerosos países extranjeros para hacer demostraciones de taekkyeon, y también produjo representaciones teatrales adaptando formatos de artes escénicas, como el teatro tradicional al aire libre (madanggeuk) o musicales. “Nada me hace tan feliz ni me llena de energía como practicar taekkyeon: para mí es trabajo y descanso a la vez”, afirma. “Todavía me queda un largo trecho por recorrer, y sé que tengo que trabajar más, porque aún hay quien me pregunta qué es el taekkyeon”.

Esforzarse por mantener viva una tradición que se desvanece es una búsqueda solitaria, pero Park es valiente y tenaz. La determinación en su voz al hablar de sus sueños y aspiraciones, es a la vez cdora y tranquilizante. 

Kim Dong-okEscritor independiente
Ahn Hong-beomFotógrafo

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