En Corea, el sol sale primero en Homigot, un pequeño pueblo pesquero de Pohang que se proyecta hacia el mar como una cola en la grupa de la península. Gente de todas partes se reúnen aquí el día de Año Nuevo para ver el primer amanecer del año y recorrer el punto más oriental del país mirando hacia el mar.
Caminando hacia el amanecer, una gran mano de bronce, obra escultórica pareada bautizadacomo “Manos de la Armonía”, emerge del mar en Homigot, entre la espuma del mar del Este.
Cuando siento la luz del sol de invierno en mi cara, de pronto soy más consciente de que estoy vivo. Es fría, suave, y de algún modo hueca.
Amanece de camino al mar del Este
A veces la gente me pregunta: “¿Cuál fue el momento más feliz de tu vida?” Tan pronto escucho esa pregunta repaso las páginas de mi memoria, una por una. Momentos felices, grandes y pequeños. Me cuesta elegir solo uno porque algunos momentos, tan fugaces que apenas se recuerdan, tienen el poder de sacudir el alma.
Así que, a cambio, me gusta preguntar: “¿Cuál fue el momento más triste de tu vida?” Pero los momentos tristes de los que la gente habla son como de felicidad para mí. Del mismo modo, de todas las tristezas de la vida no puedo elegir la más triste. Así que me gusta responder: “Cuando el sol sale por la mañana”. No ver un nuevo amanecer es algo que no he experimentado nunca, pero seguramente para todos eso sería el más triste suceso. Vida y muerte, misterio y belleza, espíritu y destino. En el tiempo que transcurre entre el nacimiento y la puesta del sol, los seres humanos escriben sus recuerdos.
Reverencia ante las tallas de roca
Guryongpo es un estuario que lleva el nombre de unaantigua leyenda sobre nueve dragones que se elevan alparaíso desde este lugar (vista aérea).
Cuando viajo al mar del Este hay un lugar por el que siempre paso, como si fuera un ritual. Son las tallas de roca de Chilpo-ri en la ciudad de Pohang. Situadas al lado de una tranquila carretera rural en el camino hacia el mar del Este, en la carretera nacional Nº 7. Fueron creadas en la Edad del Bronce, hará unos 3.000 años. Cuando las vi por primera vez, mi mente pareció llenarse de luz. Fue como si unas estrellas especiales brillaran en la Vía Láctea, reflejando los sueños de la población prehistórica del lugar mientras miraban hacia el cielo nocturno.
Di algunas vueltas alrededor de la roca. Y cuando miré las tallas de nuevo vi un jarrón grande. Estaba lleno de flores. Hace tres mil años alguien había tallado un florero con flores en esa roca. Para mí, las tallas sugerían la imagen que esa persona tenía del universo y el canto de alabanza que le ofrecía. En ese momento, el sol salió de detrás de las nubes y los rayos del sol acariciaron tranquilamente la superficie de la roca. Asentí. Junté las manos ante la roca y me incliné.
En la India Oriental, hay un monumento maravilloso llamado Templo del Sol de Konark. Es Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO y tiene la forma de un carro colosal dedicado al Dios Sol. El templo se ubica sobre las 24 ruedas del carro, cada una de tres metros de diámetro, simbolizando el ciclo de las estaciones y los meses del año. Visité el Templo del Sol el 1 de enero de 2010. Las tallas en relieve de deidades y reyes en el carro, originalmente de 50 metros de altura, me parecieron enigmáticas y hermosas. El templo estaba lleno de peregrinos de toda India y los saris naranjas que llevaban deslumbraban bajo la luz del sol. El templo estaba repleto de miles, tal vez de decenas de miles de peregrinos vestidos de naranja, y parecía un enorme sol rodante. Caminando entre la muchedumbre, sentí la energía del sol despertar dentro de mí.
Ese mismo año, más tarde, regresé al Templo del Sol durante la temporada de lluvias. Cuando llegué a Puri la ciudad estaba inundada y el camino a Konark había quedado cortado.
Todos los conductores sacudían la cabeza. Entonces, un hombre con un sari naranja se acercó a mí. ¿Por qué quieres ir a Konark? -Quiero ver el Templo del Sol. -La carretera está inundada, e incluso si pudieras llegar allí, el templo estará cerrado. – Pues lo vería desde afuera”. No sé por qué me mostré tan obstinado. Ese hombre era un conductor de rickshaw. En un destartalado auto-rickshaw de tres ruedas condujimos por los caminos inundados. Durante el trayecto, la lluvia se detuvo. El agua de las tormentas comenzó a desaparecer de las carreteras y cuando llegamos al Templo del Sol, tres horas más tarde, el sol había comenzado a brillar. Ese día hallé la felicidad en caminar alrededor del templo con un pequeño número de peregrinos. Cuando mi mente se nubla, pienso en ese día. Si alguien me preguntara sobre lo mejor que he hecho en mi vida, hablaría de ese día.
Una vez finalizada mi peregrinación a las tallas rocosas de Chilpo-ri, me dirigí a Homigot.
Una gran multitud se reúne junto al Sunrise Plaza enHomigot para ver el amanecer y contemplar el primersol del Año Nuevo. A la izquierda está el Museo Nacionaldel Faro, donde se puede explorar la historia deesta tecnología de ayuda a la navegación en Corea.
Saludar al sol desde la cola del tigre
El nombre de Homigot significa “cabo en forma de cola de tigre”. A principios del siglo XX, el escritor e intelectual contemporáneo Choe Nam-seon comparó la forma de la península coreana con un tigre, con sus patas delanteras abrazando a Manchuria. El punto minúsculo de tierra que forma la cola del tigre es Homigot en Pohang, provincia de Gyeongsang del Norte. Aquí es donde el sol sale primero en la península coreana. Cuando la nación fue anexada a la fuerza por Japón en 1910, seguramente muchos coreanos vinieron aquí a rezar por la liberación del país, mientras veían el sol levantarse por encima del horizonte. Para los coreanos, ver salir el sol en Homigot no es un amanecer cualquiera. No en vano para Choe Nam-seon era el mejor de los diez lugares más bellos de Corea.
Las tallas de roca de Chilpo-ri, en la ciudad de Pohang,datan de la Edad del Bronce, hace unos 3.000 años.
Si usted es un visitante extranjero que viaja a Corea en invierno, ver amanecer en Homigot será una experiencia especial. Incluso mejor si ese amanecer es el primero del Año Nuevo. Ese día, la sopa caliente de pastel de arroz, un plato tradicional que se sirve en el día de Año Nuevo, se ofrece a todos los visitantes. Así, todos los que se reúnen en esta playa para contemplar el primer amanecer del año comparten desayuno mientras ven salir el sol. Una marea de buena voluntad inunda sus corazones mientras contemplan el sol ardiente elevarse sobre el agua. ¡Que el mundo sea un lugar mejor! ¡Que todos estén sanos y se amen y se cuiden los unos a los otros! Mientras veo a la gente juntar sus manos para orar mientras el sol naciente resplandece, también recito mis propias plegarias. ¡Que las cálidas y hermosas horas de la unificación lleguen a nuestra vida!
En Homigot hay un par de grandes esculturas de bronce de manos ahuecadas, llamadas “Las manos de la armonía”. Una de esas manos nace del mar, mientras que la otra sale del suelo. Una frente a la otra. Parece que el corazón de la gente sintoniza mejor con la mano del mar. Sienten que la mano que se erige sobre las olas del mar les aporta más vitalidad. En un momento dado, el sol descansa sobre esa mano, y todo el mundo se vuelca en hacer clic con su cámara, pues desean capturar la energía del sol para sus propias vidas. Siguiendo la calle tranquila que se extiende junto al muelle hasta el final, surge un monumento de piedra en el que está grabado el poema “Uvas Verdes” (Cheongpodo) de Lee Yuk-sa.
En mi ciudad
las uvas verdes maduran en julio.
Las leyendas del pueblo florecen en racimos
y un cielo de ensueño lejano desciende sobre las uvas.
Bajo el cielo el mar azul desnuda su pecho
y cuando el pequeño bote blanco llegue,
mi esperado huésped vendrá
con el cuerpo cansado y envuelto en verde,
entonces recogeré estas uvas para él
feliz de tener mis manos empapadas.
Ven aquí niño, prepara la mesa
con un paño blanco sobre la bandeja de plata.
Detenido en varias ocasiones durante el período colonial japonés por sus actividades de resistencia, Lee murió en prisión en enero de 1944. Duró menos de un año desde su encarcelamiento, por lo que fácilmente pueden imaginar las torturas que sufrió. Un año después de la muerte de Lee, otro joven poeta coreano llamado Yun Dong-ju, de 28 años, también murió en una prisión japonesa. La muerte de estos dos poetas, cuyas vidas y escritos personificaron esa época de sufrimiento, supuso una trágica pérdida para la literatura coreana. Si buscas un libro que llevar durante tu travesía hacia el mar del Este, ¿qué mejor que las antologías de Lee Yuk-sa o de Yun Dong-ju? Los sentimientos que rezuman en el corazón de los coreanos mientras ven amanecer desde Homigot en el día de Año Nuevo pueden hallarse en las obras de estos poetas.
Pohang Canal es un canalartificial que fluye entre Songdo-dong y Jukdo-dong. Losrománticos paseos en barcopor su sinuoso recorrido de1,3 km son ya una popularatracción turística.
Atravesar los pueblos de Portside
La gente llama a la carretera que rodea Homigot el “Camino del cabo Homi”. A lo largo de este camino hay un puñado de pueblos costeros que recuerdan la esencia de la vida cotidiana de los surcoreanos. Guryongpo es un estuario con forma de nueve dragones que se elevan hacia el cielo, como indica su nombre. Las olas chocan contra el malecón. El brillo creado por los rayos del sol penetra a través de las olas. ¿Podrán haber visto los nueve dragones legendarios, tal vez? Solo con pasear por el muelle cubierto de nieve, la imagen de un largo dragón perdido hace mucho tiempo quedará grabada en su mente, siendo un motivo suficiente como para que ir a este lugar merezca la pena. Aquellos que visitan Guryongo siempre buscan la exquisitez local, un pescado seco llamado gwamegi, arenque del pacífico que se captura en el mar del Este y luego se deja secar con el viento del mar. Posteriormente es congelado y descongelado una y otra vez hasta que se extrae su grasa. Su carne se vuelve tierna pero conserva un profundo sabor a mar. La vista de los pescadores sentados junto al muelle asando los pescados secos y bebiendo soju resulta hogareña y entrañable a la vez; máxime considerando que han soportado toda una vida con el espíritu de los legendarios dragones en su interior. “¿De dónde eres?”. “Toma una copa”. Riendo jovialmente, estos dragones empujan un vaso de cristal frente a mí.
Las olas chocan contra el malecón. El brillo creado por los rayos del sol penetra a través de las olas. ¿Podrán haber visto los nueve dragones legendarios, tal vez? Solo con pasear por el muelle cubierto de nieve, la imagen de un largo dragón perdido hace mucho tiempo quedará grabada en su mente, y eso es suficiente motivo como para que la visita a este lugar merezca la pena.
El arenque del Pacíficocapturado en el mar del Estese cuelga y se deja secaral aire libre, azotado por elinvernal viento del mar. Trascongelarlo y descongelarlorepetidamente, los pescadossemi-secos se transformanen gwamegi, un manjar localde Guryongpo.
Vistas desde el Camino del Cabo Homi, de noche las luces de la planta industrial de POSCO resultan realmente espectaculares. La acería situada en el centro de la bahía de Yeongil, POSCO Pohang Works, es la segunda mayor planta de acero del mundo. Aquí se fabrican chapas de acero para automóviles, construcción naval, electrodomésticos y otros productos. Las hojas de acero de POSCO jugaron un papel vital en el crecimiento de Corea, y ayudaron al país a auparse como la 11ª mayor economía del mundo; por eso no es de extrañar que los habitantes de Pohang se sientan muy orgullosos de las acerías.
Más allá de las luces del complejo POSCO, hay otro lugar que también es motivo de orgullo entre los lugareños, una nueva atracción turística que evoca nostalgia. El canal de Pohang, completado en enero de 2014, es un canal de 1,3 kilómetros que serpentea a lo largo de Songdo-dong y Jukdo-dong a través de la ciudad de Pohang.
Su curso de agua artificial atraviesa una zona hasta hace poco anestesiada entre miserables apartamentos-dormitorio unipersonales y el mal olor de las aguas residuales de la fábrica. Ahora en cambio es un placer pasear por las orillas del canal y visitar las galerías, los cafés y los patios de recreo que han reemplazado a los barrios marginales. Para los turistas que visitan Pohang en otoño, recomiendo un festival les traerá recuerdos de la infancia. El punto culminante del festival es la carrera de bangti, palabra local usada para referirse a una tina grande. Así, cada concursante se sienta en una bañera, de menos de un metro de diámetro, y maniobra a lo largo del canal, impulsándose mediante las manos hacia la línea de meta. Esta carrera por el canal de la ciudad desprende la nostalgia y el romance de antaño.
Los viejos mercados de pescado
Finalmente, uno de los mayores placeres para los turistas podría ser sin duda el Mercado Jukdo al final del canal, el mayor mercado de pescado de la costa este. Incluye más de 2.500 puestos de venta de pescado fresco y seco, y unos 200 restaurantes especializados en pescado y marisco fresco. A medida que uno camina entre los puestos -repletos de peces de todos los colores, así como de marisco, pulpos y gambas- el clamor y el olor a salmuera del mercado de pescado impregnarán su cuerpo, siendo el mejor remedio para la fatiga de viaje. Por un momento, antiguos recuerdos de otros mercados de pescado vienen a mi mente.
Donde el canal de Pohangllega al mar se ubica el mercadode Jukdo, que cuentacon unos 2.500 puestos deventa de pescado y mariscosfrescos y secos, y con unos200 restaurantes que sirvenplatos de pescado crudo. Esel mercado de pescado másgrande de la costa este.
Una vez viajé a Puna, en la isla de Hawái, cuando me encargaron escribir una historia sobre la ciudad. Gracias a la ayuda de la oficina de turismo local, pude subir a un mini submarino y navegar por la zona para explorar sus fondos y sus aguas. Vi peces y corales de multitud de colores. Observando a los peces nadar entre la vegetación submarina, pensé que no sería malo nacer pez en mi próxima vida y vivir en ese océano. Siguiendo mi itinerario, al día siguiente fui al mercado de pescado al amanecer. El pescado fresco era distribuido en los puestos entre las voces ruidosas y cacofónicas de los vendedores. Por primera vez me sentí incómodo ante el dinamismo y la vitalidad de un mercado de pescado. Fue por los peces que había visto en su hábitat el día anterior.
Otra vez fui a un mercado de pescado en Rusia, justo después del colapso de la Unión Soviética, cuando iba a visitar a un estudiante coreano y a su familia. Era a mediados de invierno y los cangrejos rey y los bacalaos se apilaban en enormes montículos. Me había estado preguntando qué regalo comprar para llevarles y al final opté por los cangrejos y el bacalao. Compré cantidad suficiente para cuatro personas, pero sólo me costaron diez dólares. La temperatura era de menos 20 grados y el apartamento no tenía calefacción, pero como cocinamos y comimos el marisco para cenar, apenas sentíamos frío.
A medida que camino por la costa de Pohang, me siento más vivo. El amanecer nunca falla y parece abrazar las escasas historias de mi vida y darles calidez.