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2017 WINTER

Diplomático reconvertido en traductor lleva la literatura coreana a Francia

Jean-Noël Juttet disfrutaba leyendo desde que era niño. Su amor por la literatura le llevó a obtener un doctorado en artes en la Universidad de Lyon 2 y, finalmente, a ser diplomático de carrera, y a diseminar la cultura francesa por otros países. Ahora, da a conocer la literatura coreana en su Francia natal y el resto del mundo.

Jean-Noël Juttet ha ayudado a dar a conocer la literatura coreana en todo el mundo traduciéndola al francés. Dice que se sintió atraído por la pasión, la apertura y la generosidad del pueblo coreano.

En 1991, Jean-Noël Juttet, el agregado cultural de la Embajada de Francia en Seúl estaba a punto de abandonar Corea después de cumplir seis años de servicio aquí. Sin embargo, Juttet llegó a amar su país de acogida, sus obras literarias, a sus gentes y a una mujer en particular. Sentía triste, y hasta “cruel”, decirles adiós a todos, y por tanto decidió quedarse en Corea para siempre. Así surgió uno de los dúos de traducción más exitosos del país.

“¿Si estoy realmente , preguntas? Sí, por supuesto. Si no, ¿por qué elegiría vivir mi vida tras la jubilación aquí en vez de en un pueblo costero tranquilo y pacífico en Francia?”, responde Juttet.

Para mantenerse al día sobre Corea y sus amigos coreanos, Juttet continúa leyendo obras literarias coreanas, y traduciéndolas y presentándolas en su país de origen. Pero su encuentro con Choi Mi-kyung, su compañera de vida, en el trabajo y en el día a día, fue sin duda un factor decisivo.

Los tres atractivos principales

Juttet asegura que fueron tres rasgos del pueblo coreano los que le trajeron al país.

Primero, los coreanos tienen pasión. “Los coreanos trabajan muy duro y piensan positivamente en su trabajo”, resalta el veterano diplomático. “Eso contrasta fuertemente con los franceses, que son bastante pasivos en el trabajo y temen aumentar su carga laboral”.

Segundo, los coreanos son francos. “Los coreanos abren su mente a los extranjeros con bastante facilidad. Eso se ve claramente si comparamos con los japoneses, que son muy amables pero cuidadosos y cerrados”, dice Juttet.

Tercero, los coreanos son generosos. “Por ejemplo, los franceses son avaros o ahorradores, y tardan en abrir su cartera cuando salen a cenar con otros”, afirma. “En Corea, sin embargo, la gente compite por pagar. A veces, cuando me quiero dar cuenta alguien ya pagó la comida”.

Pero como residente de largo plazo en Corea, Juttet tiene algunos consejos. “Es algo que no aprecié durante mi servicio aquí como diplomático, porque entonces la mayoría de las personas que conocía eran cultas y educadas”, recalca. “Pero al haber vivido aquí por un tiempo prolongado, puedo detectar algunos inconvenientes, y los más destacado son los ‘elementos violentos’ en las relaciones sociales”.

Como ejemplo, Juttet menciona la “cultura de conducción” de los coreanos. “Las personas que conducen vehículos grandes e importados, como BMW, Porsche o Maserati, a menudo ignoran las señales de tráfico, quizá porque sienten tener mayor derecho y no consideran a las personas menos privilegiadas”, dice. “Más triste aún, incluso los ciudadanos comunes tienden a menospreciar a aquellos con bajos ingresos, lo que atribuyo en parte a la ideología confucianista que ha dominado la sociedad coreana desde la dinastía Joseon”.

De diplomático a traductor

Hay muchos axiomas sobre la traducción. “Los traductores son traidores”, dice un proverbio italiano. Sin embargo, para un lector y editor ávido y masivo, la traducción es un valioso trabajo que convierte la literatura nacional en literatura mundial, o simplemente en literatura para todos.

“Es un trabajo exigente y desafiante”, dice Juttet. “Debemos agonizar sobre cómo dar vida a las bellas oraciones de los escritores originales y encontrar expresiones equivalentes en otro idioma. En este proceso, los traductores no pueden evitar explorar su propia capacidad de escritura, sintiendo la alegría de la creación en el proceso de forjar nuevas oraciones”.

Desde la perspectiva de Juttet, la traducción no es solo transmitir el significado léxico, sino aprovechar la experiencia de escritura del traductor para producir las mejores oraciones posibles en otro idioma y, finalmente saborear la recompensa del arduo trabajo.

Otro antiguo tópico en el mundo de la traducción, y en el de la traducción literaria en particular, es si los traductores deben conocer mejor su lengua materna o el idioma que traducen. El dúo Juttet-Choi presenta una “tercera vía” en este sentido. Estrictamente hablando, Juttet es más un revisor o un supervisor que un traductor.

“Mi-kyung selecciona los libros originales, los traduce y me los envía, y yo los reescribo en un francés más refinado. Me siento feliz cuando transformo las maravillosas escrituras de autores coreanos a un bonito francés”, afirma Juttet.

Uno podría preguntarse si este formato, que podría compararse a una carrera de tres patas, es lo suficientemente competitivo. “Este tipo de operación no es fácil, por supuesto, pero tiene sus ventajas”, explica Juttet. “Al combinar las capacidades de ambos, aumentamos la sinergia. Como podemos captarel significado de los textos originales con la sensibilidad de dos individuos, el texto entendido por Mi-kyung, que es hablante nativa de Corea, puede ser reimpreso y reinterpretado por un francés en su lengua materna. “De hecho, este podría ser un buen tema para muchas conferencias académicas”, agrega.

La eficacia del dúo ha quedado bien contrastada. En 2011, Choi y Juttet recibieron el Gran Premio en los 10º Premios de Traducción de Literatura Coreana, un concurso bienal organizado por el Instituto de Traducción de Literatura de Corea, por su trabajo de 2009, “Shim Chong, fille vendue”, una edición francesa de “Shim Cheong”, escrito por el reconocido autor Hwang Sok-yong.

En el año 2000, “The Reverse Side of Life”, una novela escrita por Lee Seung-u y traducida por Choi y Juttet, quedó como finalista en la categoría de literatura extranjera del premio literario francés, Prix Femina. En tanto “The Private Lives of Plants”, otra obra de Lee que es más reconocida en Francia que en Corea, se convirtió en la primera novela coreana de la colección Folio de Éditions Gallimard, editorial famosa por publicar obras maestras literarias de Jean-Paul Sartre, Albert Camus, Ernest Hemingway y André Gide.

“Antes, la mayoría de los franceses pensaban en Corea como en un lejano país del sudeste asiático o algo así. Ahora, saben mucho más sobre Corea y su interés por este país crece rápidamente, como refleja el creciente número de jóvenes franceses que aprenden el idioma coreano”.

Obras literarias traducidas por Jean-Noël Juttet, ex agregado cultural de la Embajada de Francia en Seúl, y su esposa, Choi Mi-kyung, profesora de la Escuela de Traducción e Interpretación de la Universidad Femenina Ewha. La profesora Choi traduce las obras y Juttet revisa y reescribe sus traducciones.

los premios son el resultado, no el objetivo

Sin embargo, los premios casi nunca han sido el objetivo de estos co-traductores. “No hace falta decir que sería bueno si resultamos premiados por elegir buenos libros y traducirlos bien”, dice Juttet. “Sin embargo, nuestro objetivo es traducir tantas obras literarias de excelente calidad como sea posible. Los premios están relacionados principalmente con la vanidad y requieren de mucha buena suerte”.

“No todas las obras premiadas son buenas, mientras que las que no obtuvieron ningún premio no son necesariamente malas, ¿o sí?”, pregunta. El Premio Nobel de Literatura, según él, no es una excepción.

“Por supuesto, sería grandioso si escritores famosos coreanos, como Hwang Sok-yong o Lee Seung-u, recibieran ese premio”, dice Juttet. Pero duda que el Premio Nobel sea un premio tan significativo, y señala que algunos de sus ganadores después fueron olvidados por completo. También destaca la considerable desigualdad entre escritores de diferentes grupos o zonas idiomáticas. “Hay numerosos escritores en idioma inglés, español, francés y chino, pero Corea es un país pequeño que ha llegado a la escena cultural en los últimos años”, resalta.

Una disparidad similar se da incluso entre los principales grupos lingüísticos. “Por ejemplo, los editores franceses tienden a sentir que las novelas angloamericanas son más importantes de lo que realmente son”, agrega. Eso explica por qué Juttet considera necesario traducir muchas más obras literarias coreanas que las que hay ahora, y alentar a los jóvenes traductores a hacer lo mismo. “Mientras más libros coreanos podamos encontrar en las esquinas de Asia, o de Corea en las librerías de todo el mundo, más se acercará Corea al Premio Nobel”, afirma.

Al pedirle que compare la literatura coreana con la de otros países asiáticos u occidentales, Juttet responde con cautela, obviamente preocupado por parecer superficial.

“He leído a la mayoría de los escritores clásicos japoneses y me gustan, pero me siento decepcionado al leer obras de escritores contemporáneos”, dice. “Me gustan más los escritores coreanos, y creo que sus obras tienen más mérito literario que las de sus homólogos japoneses”. También considera quela literatura coreana es relativamente más joven que la literatura occidental, ya que la nación importó un estilo literario moderno bastante recientemente.

“Ahora, sin embargo, muchas cosas han cambiado, ya que los escritores coreanos viajan con frecuencia al extranjero, y las universidades locales han introducido ‘escritura creativa’ y cursos similares”, dice Juttet. “No encontrarías mucha diferencia entre las novelas coreanas y las francesas, excepto en que hallarás elementos propiamente coreanos como el kimchi y el soju en las primeras”.

Una pareja casera

Juttet pasa la mayor parte de sus noches y fines de semana revisando las traducciones de Choi. También enseña a aspirantes a traductores, incluidos estudiantes franceses que han recibido becas del gobierno coreano, en el Instituto de Traducción de Literatura de Corea, durante aproximadamente siete horas a la semana. “La otra gran parte de mi vida es cuidar de nuestra casa”, dice Juttet. “Como Mi-kyung está muy ocupada enseñando en la Universidad Femenina Ewha y trabajando como intérprete en conferencias internacionales, me encargo de la mayor parte del trabajo doméstico, como limpiar, comprar comida, la jardinería y cuidar de las mascotas. Mi vida se compone de estos dos roles, oficial y no oficial, es tranquila y satisfactoria”. Posteriormente, agrega que su tarea doméstica favorita es planchar.

Una de las cosas buenas de esta vida tranquila es que deja mucho tiempo para leer, dice Choi. Ambos son muy caseros, pues Juttet y Choi no conocen a mucha gente, coreana o francesa, fuera de sus círculos de trabajo. En cambio, estos residentes desde hace ya mucho tiempo en Seongbuk-dong, un antiguo barrio de la capital, intercambian saludos con sus vecinos mientras pasean por el barrio o por la montaña cercana.

El coreano hablado de Juttet sigue siendo bastante limitado. Al preguntarle por qué, dice: “Intenté aprender coreano cuando llegué a Corea, pero pronto me di cuenta de que no era necesario. Había demasiados coreanos a mi alrededor que hablaban francés de forma excelente”. Como persona que ha desempeñado durante mucho tiempo el papel de puente cultural y literario entre Corea y Francia, Juttet califica los recientes intercambios entre ambos países como gratificantes y alentadores.

“Antes, la mayoría de los franceses pensaban en Corea como en un lejano país del sudeste asiático o algo así. Ahora, saben mucho más sobre Corea y su interés por este país crece rápidamente, como refleja el creciente número de jóvenes franceses que aprenden el idioma coreano”. Juttet continúa: “me maravillo y siento envidia ante la capacidad de hablar coreano de mis alumnos franceses, un fenómeno que espero sea cada vez más visible durante los próximos años”.

Choi Sung-jinEditor Ejecutivo, Korea Biomedical Review
Ahn Hong-beomFotógrafo

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