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2019 SUMMER

La felicidad de una juventud ‘afortunada’

Para la gente mayor de Corea, la generación de “lo primero es el trabajo”, hacer sacrificios por la futura felicidad de uno era más importante que el presente. Pero la generación más joven de hoy, prioriza la felicidad tangible en el momento presente más que en un futuro incierto. Así es como Yang Hye-eun planea su día mientras se prepara para comenzar su carrera.

A los veinteañeros coreanos se les llama la “Generación de las Tres Renuncias”. Este apodo que en coreano es sampo sedae, -como guiño a renunciar a las citas, al matrimonio y a tener hijos-, apareció en 2011. Desde entonces se ha transformado en “Generación Cinco”, “Generación Siete” y “Generación N”, siendo este último un número infinito de auto renuncias.

Las generaciones mayores, que crearon en la posguerra el “Milagro del río Han” con el lema “si trabajas, lo lograrás”, se burlan de cómo se están evitando los hitos tradicionales en la vida. Pero cuando estaban en la veintena, la economía rugía y encontrar un trabajo era fácil, así que soñaban con un futuro mejor. Sin embargo, en los últimos doce años, el mercado laboral ha sido especialmente abrupto para los jóvenes. Incluso después de años de estudios para obtener un título universitario y certificaciones para obtener habilidades especiales, los trabajos a tiempo completo y bien pagados siguen siendo elusivos. Sentar las bases para el futuro parece haberse convertido en un privilegio para todos, pero una suerte para pocos.

Yang Hye-eun trabaja en unos guiones para un libro de texto en coreano en una cafetería en Hwayang-dong, Seúl. Mientras busca un empleo a tiempo completo, afirma que trabaja mejor en una cafetería que desde su casa.

Viaje hacia una meta

Ahora, a mitad de su veintena, Yang Hye-eun se prepara para el momento en que pueda conseguir el trabajo adecuado.

“Las personas mayores dicen muchas cosas no muy agradables sobre mi generación, pero para ser honesta, no todos estamos interesados en lo que dicen. Probablemente porque estamos demasiado atareados como para preocuparnos por eso”, afirma.

Después de graduarse en la universidad, Hye-eun trabajó a tiempo completo en una empresa de reciente creación y fue bien valorada por sus habilidades. Pero renunció después de un año, dejando una atmósfera regida por “hacer las cosas solo como Ud. cree que es mejor”. Ella quería una ocupación con mejor estructura, mientras seguía reconociendo su creatividad.

Durante su búsqueda de ese adecuado ajuste, Hye-eun ha realizado varios trabajos, incluyendo una tutoría y un voluntariado como docente en una galería. No tiene un verdadero descanso. Ella trabaja todos los días para permitirse vivir en Seúl, donde el coste de vida es elevado. Trabaja en una cafetería los fines de semana. Luego, cambia de trabajo para revisar libros de texto en coreano que serán utilizados en los Estados Unidos. “Técnicamente, a esto se le llama ‘trabajar desde casa’, pero normalmente trabajo en una cafetería con mi ordenador portátil”, dice. “Escucho una grabación en lengua coreana y me aseguro de que coincida con el guion, editando y rellenando cualquier tipo de signo o de palabra que falte”.

Hye-eun espera unirse a una compañía alineada con sus objetivos finales de vida. “Quiero ser alguien que beneficie a la sociedad al transmitir belleza con un trabajo creativo, alguien que pueda dar una sensación de libertad a los niños o a los que tengan una vida difícil en casa a través de actividades públicas sin ánimo de lucro”.

Para ello, escribe, dibuja y toma fotografías todos los días. Tal vez su propia experiencia explique por qué uno de sus objetivos es ayudar a personas con vida hogareña desafiante. La ciudad natal de Hye-eun está en la isla de Jeju, y cuando ella estaba en segundo año de secundaria sus padres se divorciaron. Después de eso, su vida se repartía entre ambos.

Hye-eun creció en un hogar normal de clase media. Su padre era empleado bancario, su madre ama de casa y su abuelo terrateniente. Pero su padre acumuló deudas masivas por apostar y avalar deudas de otras personas. El abuelo de Hye-eun terminó perdiendo todas sus tierras y campos, y falleció meses después de desmayarse por el impacto provocado por todo esto. Las peleas entre sus padres aumentaron gradualmente y al final se divorciaron.

Al no estar sus padres juntos, Hye-eun dependía de sus muchos parientes y aprendió a navegar por las complejidades de la vida. Hay un dicho que afirma que la gente tiene nueve rostros diferentes. Después del divorcio de sus padres, Hye-eun aprendió que ciertamente la gente tenía muchas caras con respecto a ellos.

Como quería salir de Jeju, Hye-eun se propuso ir a una universidad en Seúl. Sus padres se oponían firmemente a que se fuera, pero sus dos hermanas mayores la apoyaron activamente. Gracias a esos ánimos fue capaz de obtener una beca completa para estudiar lengua y literatura coreanas en la Universidad de Hanyang.

“Después de que mis padres se divorciaran, me pareció que ya no había ninguna valla protectora a mi alrededor, así que viví de forma muy independiente”, recuerda. “Pero entonces, cuando vivía en una pequeña habitación o gosiwon tratando de mantenerme al día con mis estudios y realizando un trabajo a tiempo parcial, era demasiado. Durante mi primer semestre, en muchas ocasiones salía a un callejón para telefonear a mi hermana y llorar”.

La forma más barata de vivienda en Corea, probablemente, sea un gosiwon, donde habitaciones de unos cinco metros cuadrados se alinean a lo largo de estrechos pasillos, separadas por paredes tan delgadas que no permiten una privacidad real.

“A partir del segundo semestre no lloré”, recuerda. “Me gustaba que mi campus fuera grande y extenso, disfrutaba aprendiendo y, por aquel entonces, había hecho amigos que se volvieron como mi familia. La ciudad de Seúl y la diversidad entre las personas que viven aquí me parecieron refrescantes y emocionantes”.

Disfrutar el tiempo en soledad

El día de Hye-eun empieza a las ocho o hacia las once de la mañana. Depende de cuándo planee salir de casa. Después de un desayuno con tostadas o huevos, mete su ordenador portátil, un cuaderno de bocetos y una cámara en su bolso, y se dirige al lugar planeado la noche anterior. Sus destinos favoritos para fotografiar y tomar notas incluyen mercados mayoristas de frutas y callejones de un mercado de medicina tradicional, así como galerías, bibliotecas y parques. Después va a una cafetería a tomar un café con hielo y un croissant o una magdalena; allí pasa unas cuatro horas “trabajando desde casa”, antes de regresar a su casa real.

Una cena simple es seguida de bosquejos, o bien se pone a escribir y ver una película, o lee algo antes de ir a dormir, generalmente sobre las cuatro de la madrugada. Algo nuevo en su rutina son las clases de natación de una hora de lunes a jueves por la tarde.

Como creció en la isla de Jeju, jugó en el mar desde edad temprana, pero no se convirtió en una buena nadadora. Cuando estaba en la universidad tuvo la oportunidad de ir a Brisbane, en la costa este de Australia, por un programa de inmersión en lengua inglesa. Al ver a sus amigos australianos nadar tan bien, decidió aprender a nadar en serio.

“Una vez leí en algún lugar que las personas con muchos pensamientos en su mente necesitan liberar esos pensamientos mediante el ejercicio físico, y creo que es cierto”, resalta. “Mi compañera de habitación comenzó a dar clases unos meses antes, y yo empecé en marzo, pero creo que gracias a la natación me estoy volviendo más simple y más libre, así que tengo la intención de continuar”.

Para Hye-eun, sus compañeras de habitación son como su familia. Ahora vive con su sexta compañera de habitación, a quien conoció cuando ambas vivían en un dormitorio gestionado por el Gobierno Provincial de Jeju para estudiantes de la isla que iban a universidades de Seúl. Ahora ambas viven en un complejo para jóvenes dirigido por la Corporación del Territorio y la Vivienda de Corea. Hay un dormitorio para cada ocupante, y una pequeña sala de estar, un baño y una cocina que son compartidos. El alquiler mensual es de 260.000 wones por persona y con servicios básicos (agua, luz y gas), el total suma unos 300.000 wones.

“Lo mejor de vivir con una compañera de habitación es tener a alguien en casa con quien poder hablar”, dice Hye-eun. “A veces puede ser incómodo, especialmente si factores como los horarios de dormir o los hábitos de limpieza son totalmente diferentes. A una de mis anteriores compañeras de habitación le encantaba cocinar, así que cada vez que me veía trataba de darme algo de comer. Gracias a eso gané unos cinco kilos”.

Yang quiere encontrar un trabajo donde ser creativa. Dibujar y tomar fotografías que registran los enclaves que visita es una parte importante de su rutina diaria.

“Quiero ser alguien que beneficie a la sociedad al transmitir belleza con un trabajo creativo, alguien que pueda dar una sensación de libertad a los niños o a los que tengan una vida difícil en casa a través de actividades públicas sin ánimo de lucro”.

Fuentes de inspiración

Yang trabaja los fines de semana en un café junto a la Universidad Konkuk. No tiene titulación de barista, pero como trabaja allí desde hace más de dos años, puede preparar casi todas las bebidas sin dificultad.

Hye-eun solía comprar los libros que quería leer, pero hoy en día hace un esfuerzo por tomarlos prestados de la biblioteca. Ella lo explica así: “Si colecciono demasiados libros, puede ser una verdadera complicación cuando tenga que mudarme. Incluso así, casi siempre compro la revista ‘The Big Issue’. El contenido es realmente bueno”.

Para sus dibujos, utiliza sus propias fotografías y, a veces, fotogramas de películas o imágenes de sitios de redes sociales como Pinterest.

“En mi último año de universidad, pasé cinco meses trabajando como interina para un festival de cine, donde escribí comunicados de prensa y sobre eventos patrocinados. Luego, en la compañía para la que trabajé después de graduarme, tuve que entrevistar a muchos curadores de arte y artistas. Habría sido bastante feliz solo mirando las obras de arte, pero concluí que quería probarlo por mí misma. Quiero disfrutar de la libertad de expresar mis pensamientos”.

La cafetería donde Hye-eun trabaja los fines de semana está cerca de la Universidad de Konkuk. A ella le gusta tanto la propietaria que lleva trabajando allí desde febrero de 2017. Para Hye-eun, la dueña del negocio, quien siempre intenta cosas nuevas, es alguien a quien realmente admirar. Después de una serie de intentos y desafíos, obtuvo un certificado de repostería y pastelería y una licencia de conducir. También le gusta cultivar plantas, por lo que la entrada de la cafetería siempre está llena de vegetación, y últimamente experimenta con nuevas opciones para el menú, como café con leche de fresa, o una bebida espumosa de uva verde.

Como Hye-eun lleva tanto tiempo en esa cafetería, es capaz de preparar la mayoría de las bebidas del menú, y de dibujar corazones en la espuma del café con leche, pero nunca ha intentado obtener un certificado de barista. Hay algunos jóvenes solicitantes de empleo que tratan de obtener tantos certificados de habilidades como sea posible, pero Hye-eun no posee ninguno.

“Muchas personas de mi edad que buscan trabajo están realmente presionadas por la inseguridad”, asegura. “Pero yo me digo a mí misma: «Puedes conseguir un trabajo, así que no te preocupes; simplemente disfruta del tiempo que pasas a solas»”.

Kim Heung-sookPoeta
Heo Dong-wukFotógrafo

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